Carlos Crivell.- La última novillada del abono fue un espectáculo insufrible, aburrido, sin pulso, todo por culpa de una mala novillada y dos novilleros sin la preparación suficiente para torear en Sevilla. El colofón de este ciclo de seis novilladas es desolador. Y la última de la serie fue la culminación de los despropósitos. Es cierto que nadie puede predecir cómo resultará el ganado, pero lo que parece evidente es que hay que darle un giro de tuerca a la elección de los novillos. Y también se debe escudriñar con más tino entre la torería andante y huir de compromisos.

De esta novillada de Albarreal, mansa, descastada, se salvan la movilidad del primero y la contenido clase por momentos del sexto. El resto del encierro fue un material de escasas posibilidades. Aún así, salvo por la buena clase de Villita, la novillada de dos horas y media de duración fue un golpe de aburrimiento insuperable.

Villita, triunfador del ciclo sin caballos de 2018, volvió a Sevilla para demostrar que sus cualidades son dignas de mejores logros. El primero fue un manso con movilidad. No le dudó nunca, se la puso por ambos pitones y construyó una faena de buen contenido estético y una dosis de oficio estimable. En contra de lo ocurrido otras tardes, la banda de música se quedó en silencio, porque si hubiera atacado el justo pasodoble, otro gallo hubiera cantado para el diestro. La faena pecó de larga, pero acabó con hermosos naturales a pies juntos citando de frente. El largo metraje y la demora al matar lo enfriaron todo.

Se fajó con gusto a la verónica con el cuarto, animal manso y blando, que no se empleó en ningún lance de la lidia. Tras brindar a Ramón Valencia, toreó sin demora con la derecha en dos tandas de mucha compostura. Villita tiene un buen embroque cuando torea. La tanda con la zurda salió bordada. A partir de ahí, dos tandas más con la derecha, con mayor intermitencia, para acabar de nuevo con la izquierda de frente. Era de oreja, pero la espada se fue atrás y al sótano. La vuelta fue más que merecida.

David López sufrió el acoso del novillo al comienzo de la faena al segundo. No se la puso por la izquierda, todo fue por la diestra. Hasta cinco tandas sin sello ni temple con un animal remiso a repetir, aunque no se sabe si fue por culpa de la incapacidad del torero. Tras marrar con la espada salió a saludar con cuatro amigos palmeando en el tendido. El quinto fue otro manso de nula calidad. Fue el de nota más baja de la noche. Se le puede disculpar en esta ocasión, aunque quedó de manifiesto que no estaba en condiciones para torear en la Maestranza.

Aarón Infantes tampoco justificó su presencia en el cartel. Saludó con una larga en el tercio al tercero. Se hincó de rodillas para comenzar la faena. Ya enhiesto, se pasó al novillo muy lejos y con poco temple. Sobre todo, cuando intentó lucirse con la izquierda. El sexto ofreció algunas posibilidades. Lo recibió a portagayola y con lances movidos rematados con chicuelinas. No acertó en la colocación ni dejó la muleta colocada para ligar los muletazos en una faena desvaída de muchos pases sin lucimiento. Como acertó a la primera salió a saludar.

Plaza de toros de Sevilla, 20 de junio de 2024. 21ª novillada de abono. Menos de media plaza. Seis novillos de Albarreal, correctos de presentación y de mal juego por mansos, flojos y descastados. Se dejaron más el primero y el sexto.

Juan José Villa ‘Villita’, de verde y oro. Pinchazo y estocada tendida (saludos tras aviso). En el cuarto, estocada baja y trasera (vuelta al ruedo).

David López, de verde botella y oro. Dos pinchazos y estocada (saludos con palmas). En el quinto, dos pinchazos, media atravesada, otro pinchazo y estocada tendida (silencio tras aviso).

Aarón Infantes, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada tendida (silencio). En el sexto, estocada (saludos9.

Los tres novilleros se presentaron en Sevilla con caballos. Villita brindó el primero a El Cid y el cuarto a Ramón Valencia. Saludó en el segundo Raúl Palancar.