El nivel de estas novilladas sin picadores subió a gran altura en esta segunda del ciclo. Se presentaron buenos novilleros con un lote de Dolores Rufino de mucha calidad en conjunto, aunque el tercero y el cuarto elevaron el listón de forma considerable.
Todo comenzó con la actuación de Julio Romero, que toreó bien de capote al primero. De forma absurda pidió el cambio con dos pares, como si estuviera en una plaza portátil. Se dobló bien por bajo en el inicio. Las dos tantas con la derecha tuvieron compostura, mejor que su toreo con la zurda, pitón por el que sufrió algunos enganchones. Sus tandas fueron largas, algo digno de valoración. La faena fue larga y el pinchazo y el descabello le quitaron la posibilidad de cualquier premio mayor.
También de la Escuela de Écija se presentó Ortiz Montes, aunque en los carteles eliminaron a la escuela. Se fue a portagayola y siguió con un revoltijo de lances a la verónica y chicuelinas. No fue el mejor novillo el que sorteó el astigitano, porque embistió de forma desordenada y blandeó mucho. Ortiz Montes abusó de toques muy fuertes, lo que descompuso más al eral. En las manoletinas fue cogido de forma aparatosa. Pasó a la enfermería, pero salió en poco tiempo.
El tercero fue muy bueno. Guillermo Luna, de Trigueros, toreó bien con el capote. Fiel al concepto moderno del toreo, se lo pasó dos veces por la espalda. Toreó bien con ambas manos a un animal de nobleza suprema. Los cambios de manos y la tanda final con la derecha fueron intensas. La oreja cayó en sus manos tras media estocada tendida.
El burgalés Ruiz de Velasco dejó sus credenciales en el quite por gaoneras al tercero. El cuarto fue otro novillo de gran clase. El novillero de la Escuela de Palencia mostró un nivel muy alto por oficio, calidad y buen gusto en una faena contada con toreo muy lento, todo muy despacio, con temple y mucho sentimiento. Faena de toreo de salón, por momentos, perfecta. Además, muy resolutivo en las pocas ocasiones en las que l eral le apretó. Y, fiel a su maestro Uceda Leal, presente en el festejo, lo mató de forma perfecta. El premio debió el doble trofeo, pero el aviso y cierta demora al tumbarse el de Rufino lo dejaron en una. Es un espada para la final, porque el buen aficionado se quedó con ganas de más toreo de este chaval llamado Ruiz de Velasco.
Sergio Rollón mostró oficio, pulcritud y frialdad en sus maneras. Muy moderno, comenzó de rodillas, dio muchos pases por la espalda y toreó con limpieza algo inexpresiva a un eral con pocas fuerzas y un final rebrincado. En el colmo de la modernidad nos obsequió con las manoseadas bernadinas.
Julio Norte toreó muy bien al sexto, tan bien como si ya fuera un matador de toros, con temple y buen gusto. Se explayó con buen sentido del toreo por ambos pitones. Fue cogido al matar por dos veces, ambas sin consecuencias y se pegó una vuelta al ruedo ya con la noche vencida.
Plaza de toros de Sevilla. Segunda novillada de promoción. Media plaza. Seis erales de Dolores Rufino, de buen juego con mención especial para el tercero y el cuarto.
Julio Romero, de la Escuela de Écija, de gris plomo y oro, saludos tras aviso.
Ortiz Montes, de Écija, de rosa y oro, saludos.
Guillermo Luna, de la Escuela de La Algaba, de grana y oro, una oreja tras aviso.
Ruiz de Velasco, de la Escuela de Palencia, de celeste y oro, una oreja tras aviso.
Sergio Rollón, de la Escuela de El Juli, nazareno y oro, saludos tras aviso.
Julio Norte, de la Escuela de Salamanca, de verde manzana y oro, vuelta al ruedo tras aviso.
Buenos pares de Ignacio Martín al segundo.