Carlos Crivell.–La corrida se deslizaba hacía una catástrofe con tanto vuelo de campana de los toros, muy humilladores, pero derrengados al final de la lidia, de forma que así andaba el asunto, camino del aburrimiento soberano, cuando salió Príncipe, toro alto, fino, de mucho cuello, que se encontró con el capote de Luque a la verónica para calmar sus ímpetus. Se fue de largo, casi sin colocar, en dos puyazos y fue muy mal picado. La primera vara cayó muy trasera y la segunda, delantera sin apretar. Pero el toro se había movido con alegría. Todavía quedaba un susto. Antes de que Francisco de Manuel entrara en su quite, el toro se dio la enésima costalada de la corrida. Nunca se habían visto tantos toros volteando su anatomía. Susto, porque sus hermanos lo habían acusado de forma notable. Pero Príncipe se repuso. Marcaba el reloj las 20,15 de la tarde. Se habían encendido las luces, aunque el sol se resistía caerse del todo por los tejadillos del coso. Se lo cerraron en el burladero del tendido 9 y allí comenzó la faena sensacional de un torero inspirado a un toro muy noble, humillador, justo de fuerzas, que embistió de forma prodigiosa a la no menos prodigiosa muleta del torero de Gerena.
Trincherillas, de la firma, derechazos y de pecho, una tanda solemne para abrir su gran obra. Sacó al toro a la segunda raya y se la puso por la derecha. El primer muletazo, siempre a media altura para afianzar al Príncipe, los siguientes con la mano baja arrastrando la muleta con lentitud, cadencia y regusto. Remató las dos primeras tandas con dos de pecho eternos, con el toro llevado a la hombrera contraria, en una escena de una belleza indescriptible.
Se la puso por la izquierda en el mismo terreno – toda la faena se consumó en un metro cuadrado – , para ligar sin enmendarse cinco naturales ya por abajo que de nuevo remató con otro de pecho para enmarcarlo. La banda ya le había dado la vuelta a Suspiros de España, la plaza estaba ensimismada ante una demostración única de arte y categoría. Tiró la espada para cuajar una tanda con la derecha sin ayuda, aún pudo completar una luquesina, mientras el toro ya ofrecía signos de total abatimiento, cerca de las tablas. Sus fuerzas no podían aguantar mucho más, su clase había quedado mostrada de sobras, de manera que lo que procedía entre el frenesí de los aficionados era matarlo. La espada cayó atravesada y suelta, lo que fue motivo de la tardanza en morir el de El Parralejo, que opuso resistencia al puntillero que lo levantó ya con la mirada perdida. Barbeó las tablas para rendirse de forma definitiva. Dos orejas de verdad, sin regalos ni zarandajas. Y una vuelta al ruedo discutible por las pocas fuerzas del toro, que gracias al prodigio del toreo de Daniel Luque se mantuvo firme en sus embestidas.
La otra nota positiva de la corrida fue la faena de Francisco de Manuel al tercero, toro fino de cabos, que tuvo bondad y clase con fecha de caducidad. El torero debutante se lució a la verónica en el saludo. Lo citó de largo en la primera tanda con la diestra y lo templó. Siguió con muletazos al ralentí con la mano derecha. No fue igual con la izquierda, por donde el toro se frenó. De vueltas a la derecha, la faena bajó de intensidad. Ahogó al toro, los pases surgieron sin posibilidad de ligazón, pero siempre recordaremos los de pecho. Faena sin música de forma algo sorprendente. Faena, sin embargo, por debajo de las posibilidades del toro. Y labor mancillada con un pinchazo antes de la estocada trasera. De Manuel tropezó con un toro sin fuelle en sexto lugar, al que apenas pudo darle pases sueltos.
El segundo, primero de Luque, se dio una vuelta de campana con posible lesión. Debió ser devuelto. Fue un toro con claudicación continua. Perera se enfrentó a un lote deslucido. El primero, basto de hechuras y con cerca de seis años, fue soso y no tenía fuerzas. Menos tenía el llamado Brevito, muy poco toro, que voló dos veces por el aire. Llegó a la muleta besando el albero en cada muletazo. También podía haber seguido el camino de los corrales.
Luque firmó su mejor faena en Sevilla. Su momento es excepcional. Su encuentro con el gran Príncipe ha deparado una faena de emoción incontenible. La Feria se ha venido arriba. Pero es necesario señalar la pobre entrada en una corrida con un torero de Puerta del Príncipe hace un año. Está claro que el público se mueve a impulsos de nombres y no de toreros.
Plaza de toros de Sevilla, 20 de abril de 2023. Cuarta de abono. Algo más de media plaza. Seis toros de El Parralejo, desiguales de presentación – bastos 1º y 2º; justo de trapío el 4º; el resto, correctos, de pobre juego por falta de fuerzas y casta, excepto el 5º, nobilísimo y con clase, aunque con pocas fuerzas.
Miguel Ángel Perera, de marfil y oro. Estocada corta baja (silencio). En el cuarto, estocada corta (silencio).
Daniel Luque, de rioja y oro. Estocada (saludos). En el quinto, estocada atravesada (dos orejas).
Francisco de Manuel, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada trasera (saludos). En el sexto, estocada caída (silencio).
Saludó en banderillas Curro Javier. Buenos pares de Iván García al segundo. Buena brega de Javier Ambel.