Carlos Crivell.– Se veía venir que Emilio de Justo entraría en Sevilla más tarde o más temprano. Lo hizo en esta quinta de San Miguel, una tarde en la que la amenaza de la lluvia, que descargó en dos toros, no privó a lo mejor de la afición de poder disfrutar de una tarde de toros que será recordada. Fue el día en el que el extremeño se adueñó de corazón de Sevilla por una tarde maciza, llena de torero de altos quilates, de una disposición absoluta y de una comunión admirable con el tendido. Tenía que llegar esa fecha de la conquista de Sevilla y fue en esta tarde otoñal con una corrida de Victorino muy exigente, en la que hubo tres toros de poco juego y tres para apostar y ganar.
Fue una tarde de toros con emoción. Ferrera anduvo a su aire con los menos buenos y a buen nivel – sin excesos – con el mejor de su lote. Para De Justo, dos toros posibles y solo un final más atropellado, además de un pinchazo, le privó de salir en volandas por la Puerta del Príncipe. Fue también una nueva corrida en la que se puso de manifiesto que lo de saludar en banderillas este año en Sevilla está al alcance de cualquiera, de manera que mejor habría que contabilizar los hombres de plata que no se desmonteran.
Emilio de Justo remató una tarde completa, en la que lo más destacado fue su forma de embarcar a los astados y esperar sus acometidas, lo que demuestra que es un perfecto conocedor del toro de Victorino. Si a ello le añaden su templanza acreditada, el buen gusto que muestra en cuanto las reses se lo permiten y su estado actual de ambición, queda claro que su éxito en Sevilla era algo cantado.
Su tarde comenzó con el contratiempo de la rotura del pitón del segundo al derrotar de salida en un burladero. El sobrero, un tío en toda regla, le permitió lancear con agallas. Se resbaló al comienzo de la faena y salió indemne de milagro. El toro no acabó nunca de rematar sus arrancadas, además de embestir con marcada sosería.
La cumbre llegó en el cuarto, al que paró de salida con lances rodilla en tierra y ganando terreno hasta el remate. El toro fue picado de forma admirable por Germán González y banderilleado de lujo por Morenito de Arles. Toda la faena fue un ejercicio de calidad y dominio. Porque supo esperar y marcar el camino al animal; porque cuando alargó su embestida, lo toreó a placer; porque acertó a perder un paso entre tandas para no atolondrar al animal; porque no solo toreó, sino que lo contó de manera expresiva. Ya al final, con el toro embebido en la muleta, dibujó dos tandas con la izquierda cumbres, rematadas con pases de pecho ligados y emocionantes. La tanda final con la diestra sin la ayuda fue el broche de una faena intensa. Tan intensa como la estocada en las péndolas. Dos orejas de ley y un torero ya en el corazón de Sevilla.
Quedaba un paso para la Puerta del Príncipe con el sexto. A este lo pudo torear bien a la verónica. Fue un toro bravo que lució mucho en los primeros tercios. No se acopló bien en las primeras tandas con la derecha, mejoró y se entendió bien con el toro por la izquierda, pero el animal echó el freno y la faena le faltó algo para la explosión. Para colmo, pinchó o clavó en una banderilla, pero fue suficiente para bajar el clamor de la petición y la puerta soñada se quedó esperando. Tiempo tiene para abrirla. Su tarde ya queda marcada en la historia de la plaza.
Su compañero Antonio Ferrera tuvo una tarde discreta, ya por su actitud algo precavida, ya por sus logros conseguidos. El primero ni humilló ni pasó. El tercero, mansito y con poco celo, tampoco fue un toro de triunfo. El quinto lo fue y Ferrera lo entendió en una labor de llamativa expresión y de técnica depurada por la forma de esperar al animal. Fue una labor entonada sin excesos. Se pidió la oreja sin fuerza y paseó el anillo. Esta vez fue un Ferrera muy modoso. Solo en un quite a la salida de un puyazo al sexto salió a relucir su estilo reconocido.
Emilio de Justo entró en el corazón de los aficionados sevillanos por una tarde en la que demostró su capacidad y calidad, además del buen momento que atraviesa. Se destacará que se quedó a milímetros de la Puerta del Príncipe y es cierto. Queda por encima de todo la sensación de que aquí hay un torero cuajado para estar con los mejores.
Plaza de totos de Sevilla, 23 de septiembre de 2021. Quinta de San Miguel. Casi tres cuartos de plaza. Seis toros de Victorino Martín, el segundo lidiado como sobrero por otro que se partió un pitón de salida, bien presentados y desiguales de juego. Los mejores, cuarto, quinto y sexto, éste último bravo, aunque muy castigado, se vino a menos.
Antonio Ferrera, de grana y oro. En el primero, estocada corta (saludos). En el tercero, estocada corta (silencio), En el quinto, media trasera (vuelta al ruedo).
Emilio de Justo, de nazareno y oro. En el segundo, pinchazo y estocada (saludos). En el cuarto, estocada (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada trasera y atravesada (saludos).
Saludaron en banderillas Joao Ferreira, Fernando Sánchez (repitió en el quinto), Morenito de Arles, José Manuel Montoliú, Abrahán Neiro y Pérez Valcarce. Lluvia en segundo y tercero toro. De Justo brindó el cuarto a Pablo Aguado por los micrófonos de Movistar. Emilio de Justo salió a hombros por la puerta principal.