Carlos Crivell.- Con el nivel de exigencias de la plaza de toros de Sevilla por los suelos, era presumible que llegaría una tarde en la que se lidiarían toros muy terciados, algunos anovillados, y se cortarían orejas a espuertas, algunas de ellas sin causa justificada. Ya llegó ese día en el viernes de preferia. Decíamos hace poco en otro texto que el nivel de la plaza es preocupante. Y se ha confirmado a las primeras de cambio. Decíamos que no le vemos solución al asunto, y a la vista está que, en lugar de mejorar, la cuesta abajo es imparable.
Saltó al ruedo una bonita corrida de Núñez del Cuvillo impropia de la plaza de toros de Sevilla. Salvo el mejor presentado sexto, casi todos lucieron pobres cabezas, no tenían morrillo y carecieron del remate apropiado para una plaza de primera como la Maestranza. Pero esta feria ya ha marcado la pauta, el toro que se está aprobando está cogido con alfileres y no hay nadie en la plaza que levante la voz. Total, si no va a servir para nada.
Lo de la suerte de varas es un escándalo. De forma premeditada, no se ha picado ningún toro, salvo el sexto. El palco lo consiente y el público permanece callado. Como final de la bajada de nivel, ahí quedan las orejas que se conceden. Es verdad que la gente las pide, pero se podría esperar algo de mayor rigurosidad en el palco. Cinco orejas como cinco soles se han cortado para alegría de la parroquia. El palco se sumó a la fiesta y regaló orejas, como las de Urdiales y Talavante o la segunda de Luque en el sexto. Pero ese es otro mal que no tiene ya solución. Manda la masa.
Dicho todo esto, conviene dejar claro que la corrida fue muy entretenida, que los toros de Núñez del Cuvillo se dejaron torear en el último tercio y que la terna rayó a buen nivel en general.
Los tres primeros fueron de una nobleza extrema. El primero con muy pocas fuerzas; el segundo, de duración limitada, y el tercero con falta de raza para repetir las embestidas, pero muy nobles todos. El cuarto soltó la cara, fue más exigente; el quinto echó la cara arriba y cabeceó por momentos, y el bravo sexto se hundió en la faena, donde había comenzado embistiendo con clase. Una corrida moderna. Todo fue muy moderno en esta corrida. Es lo que nos toca vivir en estos tiempos.
Diego Urdiales toreó a placer al noble primero. Se lo había brindado a Rancapino Chico. El mérito del riojano fue echarle los vuelos para engancharlo por la izquierda. Como es un torero de calidad, los muletazos surgieron con cadencia y empaque. No se me olvidará nunca un kikirikí inmenso. Faena buena pero deslavazada. La estocada le permitió cortar una oreja de valor limitado. Con el cuarto, toro más violento, Urdiales no acabó de resolver los problemas en una labor larga y algo cansina.
Talavante cortó su oreja al segundo por una gran estocada. Fue la culminación de una faena de pocas tandas y muy cortas. Se dejó ver en los doblones de rodillas del comienzo, lo probó por la derecha y ligó naturales casi en circular aprovechando la bondad pajuna del toro. Fue otra oreja sin peso.
El quinto pedía un torero muy firme. Fue mejor el comienzo de rodillas, seguido de dos tandas templadas con la zurda, abrochadas por una buena trincherilla, que el final con la derecha y el toro más rebrincado. Intentó torear por luquesinas; fue fallido el intento.
Daniel Luque hizo lo mejor de la tarde con el capote a la salida del tercero. Primero, a pies juntos; luego, con el compás abierto, Luque bordó el toreo. Entró en su turno de quites con lances a la verónica y una cordobina muy bella. En el suyo, Urdiales dibujó airosas chicuelinas, para que Luque respondiera de nuevo con cordobinas templadísimas. Fue un momento de gran emoción. El toro fue noble, pero tenía poco motor. Tal vez acusara tantos quites, no tanto un tercio de varas inexistente. Lo trató con mimo a media altura al comienzo y se le paró el toro en la segunda tanda. Con la izquierda le obligó a embestir dejando la muleta en el hocico. Lo exprimió hasta su última arrancada y lo mató de una soberbia estocada. Que por sí mismo valía la oreja.
El sexto fue bravo en dos puyazos de Javier García. Fue alegre en las primeras arrancadas. Luque se desmayó con la derecha. Siguió con prontitud el toro y Luque le bajó la mano con poderío. Pero, de pronto, el toro se frenó, y la tanda con la izquierda fue poco limpia. A partir de ahí, Luque se obligó a una entrega total contra un toro más apagado, se montó encima, los pases fueron algo atropellados, todo más emocionante que otra cosa. Tanto atacó que una con la diestra obligó al de Cuvillo a recuperar energías para seguir la muleta. Faena, por tanto, con altibajos y pasional por la forma de seguirla el tendido. Abrochó con luquesinas y mató de una estocada. El alegre y confiado presidente le dio las dos orejas si tener valor para aguatar la presión, cuando el premio justo hubiera sido una solamente. Todo lo cual no debe ser considerado como un demérito para Luque, que estuvo desbordado de entrega y clarividencia torera.
Plaza de toros de Sevilla, 12 de abril de 2024. Sexta de abono. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Núñez del Cuvillo, mal presentados, salvo el sexto, de mucha nobleza y poca raza.
Diego Urdiales, de negro y oro. Estocada (una oreja). En el cuarto, pinchazo y estocada (saludos).
Alejandro Talavante, de tabaco y oro. Estocada (una oreja). En el quinto, pinchazo y estocada trasera (saludos).
Daniel Luque, de nazareno y oro. Gran estocada (una oreja). En el sexto, estocada (dos orejas tras aviso).
Daniel Luque salió a hombros por la Puerta del Príncipe. Saludaron en banderillas Iván García y Jesús Arruga. Buenos puyazos de Javier García al sexto. Urdiales le brindó el primero a Rancapino Chico.