Manolo Grosso.- A mí me gustan las personas que son capaces de poner en blanco y negro sus ideas y sus experiencias, aun a sabiendas que estas pueden ser polémicas e incluso volverse en contra de sus propias convicciones. Ayer tuve la suerte de conocer a D. José Rufino, responsable actual de la ganadería Peñajara y fue realmente un placer verle con que satisfacción transmitía aquello que pensaba sobre el mundo actual de los toros, mas concretamente del toro bravo y su selección, no en balde acaba de publicar un libro de sugestivo titulo; “Conocer y seleccionar el ganado vacuno bravo de lidia”. Todo esto transcurría tras la aprobación definitiva de los toros que se iban a lidiar mas tarde, Luego vino la corrida y con casi seguridad la desilusión con el resultado del ganado que finalmente se lidio.

Esta claro que esto de los toros es muy complicado y que por mucho que se conozca e incluso se moldeen nuevas teorías para una eficaz selección del toro de lidia, luego viene la realidad que siempre es incontrolable, pero de todas formas siempre es interesante que ganaderos de autentica vocación sean capaces de presentar sus puntos de vistas, aunque sea para rebatirlos, para eso también hace falta valor.

Había expectación por ver como salían los Peñajara, quizás demasiada, y desgraciadamente no salieron como se esperaba, salvo el último de la tarde, un hermoso ejemplar casi salinero, que imponía con solo verlo, y quizás también el tercero que no fue aprovechado en toda su dimensión. El resto no acabo de convencer a nadie, sobre todo al público y a sus lidiadores. Complicados y con un trapio engañoso que parecía anunciar algo que no llegaba nunca a ocurrir. Tanto la prensa, como las personas que estuvieron en el reconocimiento apostaban por un delicado y hermoso ejemplar que salio en quinto lugar, pero de nuevo la cosa no salio como se esperaba.

Ni Antonio Barrera, ni Juan Bautista tuvieron lotes para el lucimiento, pero también cometieron errores de bulto, aunque no le faltaron ni las ganas, ni la disposición. Sin embargo el lote de Luís Bolívar permitía mucho más que lo que se vio. En su primero le pudieron las prisas y unas formas algo eléctricas que se toparon con un animal que pedía justamente lo contrario. En su segundo, aun estando bien no estuvo a la altura de un animal que era de los que había que cortarle las dos orejas. Un vecino de localidad mormuraba a la salida; “Este año se vende un cortijo menos”. En fin una lastima porque fue el único toro claro de una corrida que decepciono en líneas generales y demostró una vez más que una cosa es la teoría y otra la practica.

Publicado en El Mundo el 23 de abril de 2009