Carlos Crivell.- Manuel Escribano fue operado con anestesia local de una cornada de 10 centímetros en la pierna derecha y sufrió una contusión costal. Salió a lidiar el sexto, en principio, el cuarto, con unos vaqueros del futbolista Chimy Ávila. Se corrió el turno y el toro tercero salió como segundo; el segundo fue el tercero, y el sexto, se jugó en cuarto lugar. Ese sexto era el previsto como cuarto.
El diagnóstico lo dictó un espectador de la solanera: Escribano, tienes tres cojones. Así fue, porque hay que tenerlos muy bien puestos para sufrir una cornada en el muslo derecho y una fortísima contusión en el costado, pedir que lo operen con anestesia local, ponerse unos vaqueros y una camisa prestada y salir a torear uno de Victorino. No salió a torear con alivio, sino que puso en práctica toda su tauromaquia sin llevarse nada a casa. El primero, que tenía un pitón derecho alevoso, lo corneó al tercer capotazo tras la portagayola. La impresión fue tremenda. La corrida se quedó en un mano a mano entre Borja y Roca Rey, al menos así parecía.
Lo que nadie esperaba es que el torero de los tres cojones, que había rogado que lo dejaran salir para lidiar su segundo toro, saliera de la enfermería cuando en los corrales quedaba un toro, el llamado Fisgador, que se había quedado reservado para que Escribano pusiera de manifiesto su enorme casta torera. Y lo lidió no de cualquier manera, sino que se fue a portagayola otra vez con los puntos de la herida recién cosidos, sorteó al toro en la larga y lo saludó con verónicas de arrebato, mientras la música había acompañado el camino del torero de Gerena hacia la puerta de toriles y siguió atronando cuando remató el saludo. Es la grandeza del toreo. Alguno se acordaba de otros artistas, los de la pelota, cuando con un golpecito ponen cara de muertos en los campos de fútbol.
El toro fue bravo en el caballo que montó Juan Francisco Peña. Llegado el turno de banderillas, parecía lo más coherente que las pusiera la cuadrilla, pero no, el torero las pidió y colocó dos pares mientras en su gesto se adivinaba un dolor intenso. El tendido le había pedido que desistiera, pero la gesta tenía que completarse con dos pares de poder a poder.
Fue un buen toro por casta y nobleza, aunque no acabó de humillar lo suficiente. Se la brindó a su antiguo apoderado José Luis Moreno. La faena, en el centro, lejos de los banderilleros, fue épica. Tanda tras tanda, Escribano fue desgranando muletazos que si es verdad que no fueron perfectos, eran de una incontenible emoción. No cabe más entrega ni más pundonor torero. Se perfiló y enteró la espada en el morrillo. El palco sacó los dos pañuelos al mismo tiempo y la gente no se percató, porque había dictaminado que una gesta como la de Manuel Escribano merecía las dos orejas. El presidente las había concedido de golpe. De esta forma se escribió una nueva página de épica torera. Me acordé de Diego Puerta con Escobero, de la tarde de Padilla con los de Miura, y de tantas páginas heroicas de la Fiesta. Así se comporta un torero en una plaza como la de Sevilla.
Borja Jiménez mató tres toros. El que cogió a Escribano cazaba moscas por el lado derecho. Por el lado izquierdo logró pases insospechados. Fue una faena sorda no bien valorada por el tendido. La gran faena de Borja llegó con el que se lidió como tercero, primero de su lote. Fue un toro encastado, que obedeció al mando de un torero muy valiente, siempre bien colocado y que se enroscó al toro a su cintura para rematar los naturales por detrás de la cadera. Mando y estética en una labor de premio grande si no la remata con una estocada tendida. La muerte de bravo del toro fue otro de los momentos emotivos de la tarde. La faena de Borja queda para el recuerdo.
Borja mató el tercer lugar al anunciado como quinto, segundo de su lote, al que se fue a recibirlo a portagayola. Después de picar de forma excelsa Tito Sandoval, el toro planteó muchos problemas. Le destrozó dos muletas a Borja de sendos cabezazos. Aún así, el de Espartinas se cruzó en un alarde da valor para lograr una faena meritoria.
La corrida quedará en la historia como la de la gesta de Manuel Escribano, pero era también la del gesto de Roca Rey. Salió ileso, pero pudo comprobar la dureza de los toros y del público, que le recriminó con justicia su mala colocación ante el toro, si bien hay que dejar constancia de que esa misma colocación fuera de cacho no se le suele criticar en Sevilla a otros toreros. El primero de su lote fue aplaudido de salida. El quite de Borja por delantales fue bueno, pero la media fue excepcional. Roca ni se inmutó. El toro llegó a la muleta con un molesto gazapeo y algo de flojedad de remos. Roca estuvo valiente, ciertamente citando al hilo del pitón, pero con mérito al bajar la mano en muletazos más que logrados. Fue una faena de más contenido que el apreciado por la plaza. En que lidió en segundo lugar llevó la cara alta de salida. Fue emotivo el brindis a José Antonio Campuzano, su primer maestro. Otra vez se puso a torear con la mano baja, más por la derecha, con unos pases de pecho sencillamente colosales. De forma tesonera alargó su labor para lograr algunas tandas de buen mando, aunque parte del tendido siguió protestando su colocación en la cara del toro. Algunos fueron a destrozar a Roca, pero no acabaron de lograrlo. Otra cosa es si al torero peruano le ha valido de algo anunciarse en esta corrida.
Plaza de toros de Sevilla, 13 de abril de 2024. Séptima de abono. No hay billetes. Seis toros de Victorino Martín, correctos de presentación y juego variado. Primero, complicado por el lado derecho; segundo, con pocas fuerzas sin clase y justo de raza; tercero, encastado; cuatro, noble y soso; quinto, sin clase, y sexto, encastado y bravo.
Manuel Escribano, de tabaco oscuro y oro: cogido por el primero y dos orejas en el sexto.
Borja Jiménez, de lila y oro: saludos, una oreja y silencio.
Roca Rey, de caldera y plata: silencio y saludos.
Manuel Escribano salió a torear el sexto con unos vaqueros prestado por el futbolista Chimy Ávila. Fue asistido en la enfermería de una cornada de diez centímetros en la pierna derecha, si afectación vascular y contusión costal. Brindó el sexto a José Luis Moreno. Roca Rey brindó el cuarto a José Antonio Campuzano. Buenos puyazos de Tito Sandoval y Juan Francisco Peña.