Carlos Crivell.- Victorino mandó cinco toros infumables y uno bueno. ¿Se salva el ganadero por el bueno llamado Mosquetón? No se le puede absolver porque los malos fueron malísimos, con las dos cumbres negativas del primero, un manso de carretas, y el sexto, una alimaña bronca y peligrosa. En medio, varios toros carentes de casta, buena dosis de mansedumbre, como el segundo, o poca clase como tercero y cuarto.

El quinto fue uno de Victorino de los buenos. De salida embistió con alegría, tomó dos puyazos metiendo los riñones, aunque tardeó mucho en la segunda vara, y metió la cara por abajo en la muleta sin regalar nada, porque a poco que su matador quedara descolocado, el toro se hacía presente con su casta para desbaratar los intentos de Escribano. Buena parte del triunfo del toro la tiene el torero de Gerena, generoso y casi siempre bien colocado para ligar los muletazos. Fue de esos toros buenos que suelta Victorino en muchas ocasiones. Ese toro, dicen, rescató al ganadero. Se le dio la vuelta al ruedo, un premio que puede discutirse, aunque nadie duda de que fue excelente. La realidad es que ese toro no puede eclipsar el desastre de los cinco restantes.

A ese quinto de la tarde, de nombre Mosquetón, le cortó las dos orejas Manuel Escribano. No se pretende ser siempre la voz que protesta por las orejas. La lidia del toro estuvo preñada de emoción. Solo queda recordar que el torero de Gerena sufrió un desarme durante la faena y que escuchó un aviso antes de entrar a matar.

Lo recibió a portagayola y lanceó con vistosidad al citado Mosquetón, cinqueño como toda la corrida. En varas se dejó castigar en la primera entrada y tardeó mucho en la segunda, momento en el que la categoría de Juan Francisco Peña quedó nuevamente de manifiesto. Galopó el toro en las banderillas de Escribano, que se lució con suficiencia. El tercer par al quiebro, citando sentado en el estribo, fue muy emotivo.

Le quitó asperezas en los doblones del comienzo. El toro embistió con alegría y prontitud. En el centro del ruedo, sobre la derecha, cuajó una buena primera tanda. En la segunda, ya con la banda tocando el pasodoble, llegó un desarme. Siguió por la misma mano con otra tanda de calidad, sin apenas toques, y todavía otra más del mismo palo. Es posible que descubriera tarde la calidad del toro por el pitón izquierdo, lo cierto es que llegó el cénit de la faena en dos tandas de naturales de mano baja, barriendo el albero, llevando al buen toro embebido en la panza de la muleta. Los remates de pecho fueron el colofón digno en todo momento. Sonó un aviso antes de entrar a matar. Lo hizo de una estocada tendida y algo trasera, pero suficiente para derrumbar a Mosquetón. Dos orejas y la vuelta al toro. Si todo ello es por el bien de la fiesta, adelante.

Escribano lidió al segundo en medio de un viento muy molesto. Tuvo mucho mérito su faena a un toro muy probón y violento en sus primeras arrancadas. A base de bajar la mano y pisar un terreno comprometido, logró varias tandas de naturales y una con la derecha muy meritorias. Todo eso ocurrió antes de que el de Victorino pusiera pies el polvorosa y se rajara. Pinchó antes de la estocada. Viendo lo que ocurrió después, es posible que ese pinchazo se llevara la Puerta del Príncipe.

El Cid tropezó con un manso digno de las carretas del Rocío. No había nada que hacer, a pesar de la lidia perfecta de Juan Sierra. El cuarto llevó la cara alta y no se salía de los engaños. Nadie podrá decir esta vez que el de Salteras tiene suerte en los sorteos. Donde se le notó a Manuel que no torea mucho fue con la espada. Fue una tarde muy desagradable para un toreo tan bueno.

El gesto de Daniel Luque de matar la de Victorino tampoco se saldó con las mieles del triunfo. Se vivió un momento de gran intensidad a la hora de recibir al tercero, que le desprendió el capote de una mano, para seguir con largas, que a todos nos recordaron otras muy recientes. Solo fueron dos y una verónicas de calidad. Brindó al cielo la muerte del tercero en memoria del padre, pero el astado no le dejó finalizar nada brillante. Le sorprendió mucho con arreones inesperados, proclamó su falta de clase y estuvo a punto de echárselo a los lomos. El sexto fue una alimaña traicionera. Luque abrevió ante semejante regalo.

Plaza de toros de Sevilla, 3 de mayo de 2025. Octava de abono. Lleno. Seis toros de Victorino Martín, desiguales de presentación y de mal juego, excepto el quinto, encastado y bravo, premiado con la vuelta al ruedo.

El Cid, de tabaco y oro. Tres pinchazos y estocada (silencio). En el cuarto, cuatro pinchazos y un descabello (silencio).

Manuel Escribano, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras aviso). En el quinto, estocada tendida y trasera (dos orejas tras aviso).

Daniel Luque, de verde hoja y oro. Estocada atravesada (saludos). En el sexto, estocada y tres descabellos (silencio).

Saludaron en banderillas Juan Sierra y Juan Antonio Maguilla. Sierra estuvo muy bien en la brega. Destacaron con los palos juan contreras y Raúl Caricol. Buenos puyazos de Juan Francisco Peña y Jabato. Daniel Luque brindó el tercero a la memoria de su padre. El Cid, el cuarto a su mozo de espadas Pepe Valiente.