Ginés Marín_Sevilla2015Carlos Crivell.- Novillada de abono en Sevilla con poco público pero mucha expectación entre profesionales y los escasos aficionados que acuden a los toros. Tres novillos de Fuente Ymbro buenos y un solo novillero, Ginés Marín.

Plaza de toros de Sevilla. 17 de mayo de 2015. Novillada de abono. Menos de media plaza. Seis novillos de Fuente Ymbro, justo de presentación y de juego variado. Buenos, 1º, 5º y 6º. Saludó en banderillas José Manuel Montoliú.

Clemente, de nazareno y oro, dos pinchazos, media estocada y seis descabellos (silencio tras aviso). En el cuarto, media estocada y descabello (silencio).
Ginés Marín, de rosa palo y oro, estocada atravesada (vuelta al ruedo). En el quinto, pinchazo y estocada (una oreja).
Varea, de rioja y oro, estocada perpendicular (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).

De una terna muy esperada con los novillos de Fuente Ymbro se esperaba un festejo de mayor contenido. Al final, solo Ginés Marín justificó su cartel y dejó pruebas sobradas de que estamos ante un joven más que prometedor. Sus compañeros de cartel no estuvieron a la altura de los buenos novillos de Fuente Ymbro que les tocaron en suerte.

La novillada de Fuente Ymbro, justa de trapío, tuvo tres novillos buenos, uno para cada aspirante. Solo el extremeño nacido en Jerez lo aprovechó. Es cierto que el conjunto, nada aparatoso y parejo, no alcanzó el nivel de los utreros que hace un año proporcionaron el triunfo de los novilleros. Sin embargo, fue un encierro apto para el triunfo.

Ginés Marín demostró un oficio bien aprendido y buen gusto torero. Con el primero de su lote se lució en los lances del saludo y en un galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo. La faena fue tesonera con uno de los novillos que menos se prestó. En su labor hubo buen trazo pero faltó la ligazón. Su empeño y la estocada le permitieron dar la vuelta.

El triunfo llegó en el quinto, mansito en los primeros tercios, pero que encontró en la muleta de Marín la batuta que dirigió sus buenas arrancadas por abajo. El chaval toreó con un gusto exquisito en tandas por ambos pitones con mando y largura, para rematar con vistosas trincherillas o buenos pases de pecho. No faltó la improvisación de las arrucinas y el toreo desmayado. El final obligado en estos tiempos con manoletinas – antes habían sido bernadinas – le permitió cortar una oreja valiosa a pesar de un pinchazo.

El francés Clemente no dijo nada en el que abrió plaza, un novillo bueno que repitió mucho y al que le dio muletazos rápidos y mecánicos. Su quehacer no levantó ningún tipo de expresión en el tendido. Ese primero fue su novillo bueno, porque ya el cuarto le planteó más problemas. Se quedó corto y el francés muleteó por ambos pitones de forma reiterativa. Dos silencios saludaron su presentación desafortunada en Sevilla.

Otro tanto le pasó a Varea. Nada que objetar con el tercero, el más complicado de la tarde, con el que se mostró frío y pecó de mala colocación a la hora de citar a su oponente. La falta de celo del de Fuente Ymbro tropezó con las heladas maneras del de Castellón.

Su novillo para el triunfo fue el sexto, pero no lo aprovechó. Saludó en banderillas José Manuel Montoliú con sus pares de estilo valenciano y el novillo repitió en la muleta. Necesitaba temple y mano baja, pero se encontró un novillero atenazado al que le engancharon el trapo varias veces y ahí se perdió toda posibilidad de triunfo. El novillo se quedó sin torear.

Todo esto ocurrió en una novillada de la que se esperaba mucho más. De nuevo el festejo se eternizó en el tiempo. Es inexplicable que en la Maestranza se alarguen tanto las corridas. Es para examinarlo, pero si encima no pasa nada el cuerpo acaba extenuado.