Carlos Crivell.– En las 15 corridas celebradas en la Feria de Sevilla – incluida la del Domingo de Resurrección y la de rejones – se han cortado 34 orejas. El pasado año de 2023 se cortaron en la feria 28 orejas, es decir, se han cortado 6 orejas más en este ciclo. También es revelador que hasta siete faenas – incluyendo la del rejoneador Diego Ventura – han sido premiadas con las dos orejas. También es curioso que de las 84 faenas realizadas, 26 hayan sido premiadas con algún trofeo (supone más del 30%). Estos números nos llevan de forma objetiva a considerar que la Feria de Abril de 2024 ha sido triunfal, aunque es evidente que ha tenido muchos tintes triunfalistas, dado que no todas las orejas han sido merecidas, sino que han sido la consecuencia del optimismo exagerado de un público festivo que ha acudido de forma masiva a la plaza de toros.
En 7 tardes se ha colocado el cartel de no hay billetes y en tres más se llenó la plaza. Es otro dato objetivo del poder de atracción que la corrida de toros tiene en Sevilla en particular y el todo el mundo en general. Esta afluencia masiva de público debe ser bienvenida por todos. Se podrá discutir si ese público tiene los conocimientos suficientes para dictaminar con su veredicto lo que ocurre en la plaza, pero es una gran noticia que las plazas de toros se llenen en este momento, cuando tantas amenazas se ciernen sobre la Fiesta. Sevilla ha sido la piedra de toque de una realidad incuestionable: la Fiesta interesa a muchos españoles. Es cierto que la mayoría son neófitos en cuestiones taurinas. La tarea que le cabe al sector es conseguir que muchos de esos asistentes se informen sobre los secretos del toreo, más que nada para que acudan a los toros con el respeto que merece la plaza. Es decir, que a los toros no se debe acudir para tomar bebidas alcohólicas y que no todo lo que sucede en el ruedo debe ser considerado como maravilloso. Esta euforia desatada se ha manifestado muchas tardes en Sevilla. El número de entendidos ha bajado de forma considerable. Con este público, al que hay que darle la bienvenida siempre, los criterios sobre algunos aspectos de la lidia se desvirtúan. Es raro que se manifieste la plaza sobre la presentación de los toros, se ha perdido casi por completo la suerte de varas, donde sigue siendo lamentable que se aplauda más por no picar que por hacerlo bien, y se piden trofeos por labores que en otro tiempo no merecían más que una vuelta al ruedo. Se impone que aumente la educación taurina de los asistentes, algo que es bastante difícil dada la evolución a la que estamos asistiendo. En este sentido, la autoridad tiene en su mano la posibilidad de dirigir el festejo por cauces menos triunfalistas. En Sevilla este año, el palco ha sido dadivoso, condescendiente y escasamente exigente.
La Feria ha tenido momentos estelares que se quedan entre nuestros mejores recuerdos. El primero de ellos fue la gran tarde de Miguel Ángel Perera con la corrida de El Parralejo. Perera fue fiel a su tauromaquia de temple y poderío, pero le añadió el buen gusto. Su Puerta del Príncipe fue, tal vez, la más consistente de este ciclo. Sin embargo, el torero extremeño no ha recibido ningún premio de los jurados principales. La explicación, además de que Luque y Roca Rey cortaron más orejas en tres festejos – Miguel Ángel Perera solo actuó una tarde -, es que quien fue designado como el ganador, Daniel Luque, cuajó algún toro a la verónica y recetó una de las grandes estocadas de la feria. A pesar de ello, no ha dejado de sorprender su ausencia en la lista de premiados.
Daniel Luque se ha llevado los premios al triunfador, gracias sobre todo a su primera tarde con la de Núñez del Cuvillo. Fue una tarde pletórica para el de Gerena, aunque ciertamente fue un premio algo generoso. Luque no ha sido muy afortunado con el ganado – en las de Domingo Hernández y La Quinta sorteó malos lotes-, así que su éxito debe basarse en una especia de desagravio que los jurados le han concedido ante el veto de Roca Rey.
El veto ha sido admitido por el mismo entorno del torero peruano. Y lo ha pagado en la tarde de los toros de Victorino Martín, a pesar de que estuvo a un gran nivel con su segundo toro. El triunfo con una Puerta del Príncipe facilona en la de Victoriano fue su desquite, ya con un público menos agresivo en su contra. Roca Rey ha justificado su papel taquillero y populista. Los jurados debieron elegir entre Roca Rey y Daniel Luque, y se decantaron por el segundo de forma casi unánime.
Borja Jiménez no ha decepcionado, más bien al contrario, porque su concepción torera es muy pura, los cita con la muleta por delante y se los trae alrededor de su cuerpo para rematar por detrás de la cadera. Borja ha dejado muchas ganas de volver a verle en Sevilla. Y ha cuajado una buena feria – sin apenas ganado bueno delante – Pablo Aguado, sobre todo por su excelente torero de capote y por una faena exquisita en la corrida de Victoriano del Río.
Lo de Manuel Escribano ha quedado contado de forma reiterada. Hay quien ha tratado de minusvalorar su hazaña, pero con quince puntos en el muslo y una costilla golpeada, salió a torear, se fue a portagayola y puso banderillas. Esa actitud es de un torero muy grande, valiente y al que le arrastran los atributos masculinos por el suelo. Conviene aclarar que salir a torear con unos vaqueros es algo que siempre ha ocurrido en el torero cuando un matador resultaba cogido y con la taleguilla destrozada.
No ha habido ninguna duda al calificar la de Juan Ortega como la mejor de la feria. Se sabía que más tarde o más temprano, Ortega bordaría su toreo en Sevilla. Y lo ha hecho con esa elegancia y profundidad que tiene en sus formas. Se ha convertido en uno de los preferidos en la plaza sevillana y se espera que pueda ofrecer muchas tardes de semejante calado en el futuro.
En los comienzos de la Feria, y agraciado por un lote de triunfo grande, David de Miranda lo aprovechó para redondear una buena tarde. Lidió al mejor toro del ciclo, Tabarro, y lo cuajó con su toreo valiente y personal. Se espera que al torero de Trigueros se le abran otras puertas en su difícil carrera taurina. En esa misma fase del comienzo destacó Calerito en una buena tarde ante la corrida de Bohórquez. Me ha gustado el paso de Emilio de Justo por Sevilla, muy centrado, templado y con una espada superior.
Del resto de toreros, los hay que han pasado por Sevilla con buena nota, al margen de las orejas, como Lama de Góngora, José Garrido, Paco Ureña, Diego Urdiales, Ginés Marín, El Cid, Sebastián Castella, El Fandi y Esaú Fernández.
Por el contrario, su paso por Sevilla no llegó al aprobado en los casos de Ruiz Muñoz, Leo Valadez, Alejandro Talavante – a pesar de cortar una oreja -, Cayetano y Tomás Rufo. Tampoco rayó a buen nivel José María Manzanares, que, sin embargo, protagonizó una de las escenas memorables de la feria en el quite al picador Manuel Jesús Ruiz Román.
No me puedo olvidar de Morante de la Puebla, que en sus cuatro corridas de toros solo ha dejado algunas muestras de su calidad. Ni ha tenido suerte en los sorteos ni su mente parecía lo suficientemente despejada como para afrontar este duro compromiso de una feria como la de Sevilla. Pero si no estaba bien en cuestiones mentales, no debería haber hecho el paseíllo.
En conjunto, este año el ganado ha sido de inferior calidad que el del año pasado. Ha habido tres corridas mejores: Santiago Domecq, El Parralejo y Núñez del Cuvillo. La de Santiago Domecq fue modélica por presentación y juego. Fracaso completo de Juan Pedro Domecq, Domingo Hernández, Garcigrande, Jandilla y Alcurrucén. Y en término medio, Victorino Martín, La Quinta, Victoriano del Río y Miura. Se premió con la vuelta al ruedo a los toros Oloroso, de El Parralejo, y Dorado, de La Quinta. Y el mejor toro de la feria, Tabarro, no fue premiado.
Sevilla siempre es escenario de grandes actuaciones de los toreros de plata. La lista de los mejores es amplia: Curro Javier, José Chacón, Joao Ferreira, Javier Ambel, Curro Robles, Antonio Punta, Juan José Trujillo, Iván García, Lipi, Fernando Sánchez, Jesús Arruga y El Algabeño.
Decíamos que la suerte de varas está en decadencia, pero ello no significa que no haya habido buenos picadores. Mención especial para Juan Francisco Peña, Manuel Jesús Ruiz Román, Tito Sandoval, José Antonio Barroso, Alberto Sandoval, Chocolate, Mario Benítez, El Pelao, Aitor Sánchez, Juan Peña, Pedro Iturralde y El Patilla, entre otros.
Finalmente, Diego Ventura demostró los motivos por los que es el número uno del toreo a caballo. No desmereció Guillermo Hermoso, pero lo de Ventura es de otra dimensión.
El equipo médico ha trabajado poco, por fortuna. Solo atendieron de lesiones a Leo Valadez, Manuel Escribano y Cayetano. Esa sí es una buena noticia.