El viaje a Utrera para ver una corrida de toros siempre es un aliciente para el aficionado. Además, tomaba la alternativa un joven utrerano, torero de dinastía, Curro Durán, acompañado por dos figuras del toreo. Para la ocasión se lidió una corrida de Algarra muy chica. Seguro que Curro Durán ha matado alguna novillada más fuerte que esta pobrísima corrida de Algarra, que tuvo tanta nobleza como falta de raza. Se salvó, por mejor presentación y calidad, el sexto, el número 6 de nombre Retozón. El resto fueron simplemente nobles, carentes de casta, apagados, muy blandos… Es decir, una corrida impropia de la cuna del ganado bravo. El comienzo de la nueva empresa ha sido malo en lo que refiere al toro.
La tarde tuvo tres argumentos. El primero y principal, el toreo excelso de Pablo Aguado con el capote en sus dos toros. En ambos se explayó a la verónica con unos lances sublimes, perfectos y lentísimos. Los remaste con las medias fueron también soberbios. En Sevilla hubiera sonado la música en sus dos toros ante un toreo tan bello. El quite por chicuelinas del quinto fue un trallazo. La chicuelina en manos de Pablo Aguado llegó a su máxima expresión.
A sus dos toros, nobles y apagados, los toreó con mucha clase por ambos pitones en dos faenas bien construidas, tal vez mejor la del primero de su lote, aunque ambas de mucha limpieza.
A Talavante le dieron dos orejas excesivas en el primero de su lote. Debió impresionar mucho a la parroquia su toreo de rodillas o las manoletinas del postre. Entre medios, dos tandas buenas de naturales. Con el cuarto anduvo más liviano, sin acabar nunca de comprometerse con un toro de mucha bondad y poca raza.
Salieron a hombros Talavante y Aguado y se marchó a pie Curro Durán, pero fue una verdadera lástima, porque su faena al buen sexto tuvo retazos de gran toreo, sobre todo cuando corrió la mano con temple por el pitón derecho. Lució al buen toro de Algarra y prolongó de manera innecesaria su faena buscando un absurdo indulto. En este sexto falló con la espada, lo mismo que había ocurrido con el de su alternativa, toro más desorganizado y precozmente apagado. Lo que pudo ser una tarde de triunfo se quedó en nada. Su bagaje muy corto le pesó, porque en Utrera no se midió el sitio dónde caían las espadas, así que, con dos espadazos en los blandos, como hicieron sus compañeros, se hubiera marchado a hombros en una tarde tan señalada.
Se queda el crítico con el mal sabor de boca de una corrida tan chica. El buen sabor fue el toreo de capote de Pablo Aguado. Casi se olvidan los naturales de Talavante y es lastimoso que el nuevo matador de toros saliera andando de la plaza.
Plaza de toros de Utrera, 25 de mayo de 2024. Menos de media plaza. Seis toros de Algarra, muy chicos, salvo el mejor presentado sexto, nobles y justos de raza, salvo el bravo y noble sexto, premiado con la vuelta al ruedo.
Alejandro Talavante, de lila y oro. Estocada caída (dos orejas). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (saludos).
Pablo Aguado, de obispo y oro. Estocada tendida (una oreja9. En el quinto, estocada caída (una oreja).
Curro Durán, de blanco y oro (alternativa). Tres pinchazos y dos descabellos (saludos). En el sexto, dos pinchazos y media estocada atravesada (saludos tras aviso).
Curro Durán tomó la alternativa con Palanquero, número 62. Talavante y Aguado salieron a hombros. Saludaron en banderillas Javier Ambel y Manuel Izquierdo. El sexto, Retozón, número 6, fue premiado con la vuelta al ruedo.