Sólo la calidad e inspiración de Morante animó el Festival de los Gitanos de Utrera. No ayudaron las reses, la organización fue un desastre y el anunciado homenaje a Curro y Paula no se celebró. Además de morante, detalles de Pepe Luis Vázquez y Aparicio y muchas gana en el novillero Fernando González. Espartaco y Cayeteno, sin opciones.

Plaza de toros de Utrera. Festival de los gitanos. Homenaje a Rafael de Pala y Curro Romero, que no se llevó a cabo. Reses de Lagunajanda, Sampedro, Murube (sobrero lidiado por uno de Algarra), Núñez del Cuvillo, Murube y Albarreal. En generla, pobres de presencia y escasos de fuerzas. El mejor, el de Cuvillo. Casi tres cuartos de entrada.

Espartaco, saludos.
Pepe Luis Vázquez, saludos.
Julio Aparicio, saludos tras dos avisos.
Morante de la Puebla, una oreja.
Cayetano, silencio.
Fernando González (novillero), silencio.

Carlos Crivell.- Utrera

Había muchas ganas de ver torear en Utrera. La temporada alzó el telón con un festival montado bajo la vitola del arte. Se había proclamado que el festival sería un homenaje a Rafael de Paula y Curro Romero, protagonistas en 1988 de un encuentro inolvidable en la vieja plaza del Arrecife. Ambos asistieron al festival como simples espectadores. No se les entregó ni una placa de recuerdo. Ya en el sexto, el novillero Fernando González les brindó y la plaza pudo ovacionar a los dos genios. La organización fue pésima, ya en este mal detalle como en la atención a los medios que cubrieron el mismo.

Tampoco se esmeraron en lo taurino quienes tenían que hacerlo. La mayoría de las reses lidiadas pecaron de mala presentación. Si a ello le añadimos que no dieron buen juego y que adolecieron de escasas fuerzas, pues se puede comprender que el resultado final fuera de una solitaria oreja para Morante.

Fue una oreja que llegó después de que el de La Puebla marrara con los aceros. Si acierta a la primera el triunfo hubiera sido de clamor. Antes, Morante desparramó sobre el albero de la plaza de Utrera un conjunto de lances y muletazos con su indiscutible sello. Morante apareció relajado ante el noble novillo de Cuvillo y toreó a la verónica con una lentitud pasmosa. Las chicuelina también fueron propias de la mejor escuela sevillana. Con la muleta, toda una sinfonía de muletazos a cual más bello e intenso, todo adornado con pases de recurso que llenaron de aroma el coso de La Malata.
El festival fue muy pobre en contenidos taurinos. Algunos lances de Pepe Luis Vázquez al novillo de Sampedro fueron un prodigio de elegancia, aunque brilló también la naturalidad de las formas en una faena corta e intensa.

Se afanó mucho Julio Aparicio, con una imagen cambiada, en algunas tandas con la derecha en las que puso el mayor empeño y una buena dosis de torería. Recibió dos avisos por el pésimo manejo de la espada.

Nada pudo hacer Espartaco ante un novillo sin recorrido de Lagunajanda, lo mismo que Cayetano, que no tuvo colaborador aunque tampoco ayudó nada el quehacer del torero en una faena a distancia y con tirones.

El novillero local Fernando González puso toda la carne en el asador y se llevó dos volteretas de cuidado en una faena con ilusión y algunos momentos de toreo más ceñido. Había tenido el detalle de brindarles el astado a los dos artistas homenajeados. Con la espada no se mostró firme. Sus paisanos no pudieron premiarle, pero dejó constancia de su casta.

Sólo el toreo de Morante respondió a las expectativas generadas por un espectáculo que falló en sus contenidos. Mantiene su estilo personal y se mostró muy en forma. Morante está listo para la temporada.

Foto: Álvaro Pastor Torres