Sinfonía de toreo grande de Morante en Zafra con una faena para el recuerdo por la belleza de todo el trasteo del sevillano, que con la capa lo bordó y se explayó con la muleta. El Juli y Perera, bien.
Plaza de toros de Zafra, 1 de octubre de 2011. Lleno. Seis toros de Daniel Ruiz, correctos de presencia para una plaza de tercera y de juego desigual. Los mejores, segundo, tercero y cuarto. El resto, deslucidos. La terna salió a hombros de la plaza.
Morante de la Puebla, de fucsia y oro, algunos pitos y dos oreas tras aviso.
El Juli, de grana y oro, dos orejas y saludos.
Miguel Ángel Perera, de rosa y oro, dos orejas y saludos.
Carlos Crivell.- Zafra
Corrida amable con sabor a final de temporada. Morante y El Juli cerraban el año en la plaza extremeña. La terna se fue a hombros porque los tres cortaron las dos orejas a sus toros. El Juli lo hizo con una faena pletórica de entrega y dominio al segundo. Perera se las llevó por una labor templada que animó con su sempiterno arrimón al final. Y Morante las cortó toreando como hay que hacerlo.
El suceso tuvo lugar en el cuarto. Buen toro de Daniel Ruiz que encontró las mejores manos para ser lidiado. Ya en los lances del saludo Morante soltó sus brazos a compás para dibujar la verónica, pero el quite fue algo más. Fue el toreo de capa de calidad suprema, siempre con la pata “palante”, el mentón hundido, el sentimiento a tope y el regusto por todos los aires del bello coso.
La faena de muleta fue una nueva sinfonía del mejor toreo del artista de La Puebla. Se explayó en el toreo por la derecha y por la izquierda a cámara lenta, con una expresión arrebatadora en cada gesto, en cada muletazo, en cada movimiento. Mucho compás, armonía a raudales y unos adornos que volvieron a ser toreo fundamental, tales como los trincherazos, los de la firma, los molinetes abelmontaos, los de pecho y los kikirikíes. Sinfonía de toreo grande según Morante. No va más. Sólo un pinchazo previo a la estocada le quitó un premio redondo como el rabo. Y qué importa cuando se ha toreado como sólo los elegidos pueden hacerlo.
El resto fue normal. Como la misma pulcritud de Morante con flojo primero, al que no mató bien para provocar el enfado de algunos. También fue normal la faena de El Juli al segundo, plena de dominio por abajo, sometiendo a un toro bueno para que fuera largo, todo muy ligado u con esa suficiencia que Julián exhibe ante todos los toros. Como lo quiso hacer con el quinto, que fue un malo sin paliativos. No tuvo fuerzas y tampoco clase. Hay que ser malo para que El Juli no pueda hacerle faena a un toro.
Y normal estuvo Perera con el bueno de su lote en una labor de temple y quietud que remató entre los pitones. Debe tener cuidado Perera porque ya no gusta tanto el arrimón. El sexto se fue de largo a la muleta en la primera tanda, parecía posible, pero Perera atacó pronto para acortar los terrenos y el animal protestó tanto que ya nunca volvió a irse franco y alegra a la muleta.
Se fueron los tres a hombros entre el clamor popular. En la Puerta Grande, tres banderas, la de España, la de Extremadura y la de Cataluña. La gente estaba contenta. En las esquinas, algunos toreaban. Intentaban hacerlo como ese genio del arte grande del toreo que se llama José Antonio Morante.