En la plaza de Zafra se cortaron ocho orejas a una buena corrida de Cuvillo. El Cid se llevó cuatro en una gran tarde. Tres para un desigual Talavante. Y una para Morante el día de su cumpleaños.
Plaza de toros de Zafra, 2 de octubre de 2010. 2ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Siete toros de Núñez del Cuvillo, correctos para una plaza de tercera y de buen juego, con especial mención para el tercero, quinto y el sobrero séptimo. Saludó Lili en banderillas.
Morante de la Puebla, de pizarra y oro, media travesada (una oreja). En el cuarto, pinchazo, estocada y descabello (saludos tras aviso).
El Cid, de palo de rosa y azabache, estocada contraria (dos orejas). En el quinto, buena estocada (dos orejas).
Alejandro Talavante, de celeste y oto, estocada tendida (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio). En el séptimo, pinchazo, estocada atravesada y descabello (una oreja).
Carlos Crivell.- Zafra (Badajoz)
El ambiente era festivo, alegre y amable. El día era ideal para ver toros. Y Núñez del Cuvillo se sumó a la Fiesta con una buena corrida de toros para una buena plaza de tercera. La tarde se contagió de la calidad de los toros de Núñez del Cuvillo, porque es evidente que esta ganadería es un seguro para el toreo de nuestros días. Dentro de la misma, hubo algunos toros con un empuje notable que les hizo ir a más en sus condiciones para la lidia.
El Cid llegó a Zafra a refrendar su momento. Toreó bien con el capote a ambos astados. La faena al primero de su lote fue intermitente, aunque alcanzó la menor nota en los naturales. No hubo uniformidad pero los circulares finales calentaron el tendido.
En el buen toro quinto cuajó una faena muy completa por ambos pitones. El toro, distraído al comienzo, se vino arriba por el temple exquisito del espada saltereño. De nuevo brilló el toreo con la izquierda con varias tandas largas y profundas. A pesar de alargar la faena y de estar a punto de ser alcanzado, El Cid estuvo a un gran nivel. La estocada fue soberbia.
En el reparto de toros, Morante se llevó los menos gratos, algo que tampoco es novedad. Buen toreo de capa al primero y un quite por chicuelitas primoroso. La faena fue un muestrario de pequeñas obras maestras sin hilvanar. El cuarto fue el toro más molesto del encierro, pegajoso y rebrincado, Morante estuvo mucho tiempo buscando la tanda perfecta que no llegó. Era el día de su cumpleaños y la última del año, pero no pudo redondear.
Talavante estuvo en su estilo bien conocido. Con firmeza y templanza toreó al buen tercero una labor fundamentalmente ligada. Se lo llevó al centro para torear muy firme. En medio de la faena surgió el natural largo e inmenso que le ha hecho famoso. El sexto se inutilizó a mitad de la faena. Tras matarlo salió un gran toro sobrero, ofertado por la empresa de Cutiño, un animal justo de fuerzas, pero que se vino arriba con clase. Talavante estuvo bien en general, muy firme y con ligazón, aunque también algo embarullado al final. La espada volvió a viajar de mala manera y el premio fue de tono menor.