Lopez Simón_El Puerto24

López Simón remata los lances del salida al tercero (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.- La plaza de toros de El Puerto ya era una preciosidad; ahora la han acicalado y su belleza es deslumbrante. Se ha recuperado el color original de los adornos de los forjados. Más que una rehabilitación, lo que se ha hecho es finalizar su construcción. Justamente era una reinuaguración. Vale el dicho de Gallito sobre El Puerto. Hay que ver en su plaza una corrida de toros como experiencia única en la Fiesta. Ahora, con más motivos.

Para esta solemnidad la plaza no llegó a cubrirse ni siquiera en la mitad de su aforo. Decían en El Puerto que la ocasión merecía un cartel de tronío.

El cartel era un híbrido de rejoneador con dos matadores. Por delante, Diego Ventura. El caballero lusitano de La Puebla del Río cuajó al primero en una labor de calidad con Nazarí y Milagro. El de Sampedro, con poco celo al comienzo, acabó embebido en las cabalgaduras. Se metió en los terrenos del astado para obligarlo a embestir. La plaza se sorprendió con los quiebros de Milagro y celebró que acertara a la primera con el rejón de muerte.

El cuarto ayudó más a Ventura, sobre todo porque en la plaza apareció Sueño, dominador de la escena a dos pistas, valiente en los quiebros y templado en todo momento. Ventura acertó a levantar los ánimos del coso con alardes variados. El rejonazo trasero, fulminante. A los caballeros se les permite matar donde nunca podrían hacerlo los matadores.

Juan José Padilla, al calor de los paisanos, puso en juego toda su artillería. El primero de su lote, toro precioso, embistió de bravo en el caballo y echó el freno en la muleta. Padilla lo recibió con dos largas, colocó banderillas de forma temeraria, toreó de rodillas, atacó al de Domecq y le arrancó la oreja, que llegó a pesar del pinchazo.

El segundo de su lote llegó en estado terminal a la muleta, sin fuerzas o descoordinado, la realidad es que dio una penosa imagen en manos de un torero ansioso de triunfo. No llegó el triunfo total, aunque parte de la plaza reclamó un trofeo por una faena que no existió.

López Simón se mostró fiel a su tauromaquia actual en el tercero. La necesidad le obliga ahora a estar mucho tiempo en la reserva. El torero fresco y confiado del pasado ha dado paso a un espada sobrado de recursos para cubrir el expediente con suficiencia y menos exposición. Y así sucedió en el primero de su lote, al que tapó mucho y tocó con fuerza para ligar muletazos más o menos templados. Todo ello, a los sones del pasodoble que se estrenó en la corrida, obra de Abel Moreno y titulado López Simón. Con los circulares del final calentó al tendido. La defectuosa estocada no le privó del trofeo.

Las luces de la plaza lucieron en plenitud a la salida del sexto. La plaza mejor iluminada del mundo, en la publicidad de Barrilaro de los años ochenta. El torero de Barajas, sin zapatillas todo el festejo, tropezó con el mejor de Domecq. Templó, corrió la mano y ligó sin apreturas. El noble toro acabó rajado; López Simón se montó encima entre el entusiasmo popular, todo con la inestimable ayuda de la banda de música.

Plaza de toros de El Puerto de Santa María, 24 de julio de 2016. Reinauguración de la plaza tras las obras realizadas. Menos de media plaza. Dos toros para rejones de Sampedro, de buen juego; cuatro de Salvador Domecq, de hechuras variadas: El1º, bravo en el caballo y apagado con problemas en la muleta; 2º, mansito y noble; 5º, lesionado en la muleta; 6º, noble y rajado. Diego Ventura y López Simón salieron a hombros por la Puerta Grande.

Diego Ventura: rejón trasero (una oreja). En el cuarto, rejón trasero y caído (una oreja). 

Juan José Padilla, de fucsia y azabache, pinchazo y estocada atravesada (una oreja tras aviso). En el quinto, estocada tendida y trasera (vuelta al ruedo).

López Simón, de tabaco y plata, estocada contraria atravesada y descabello (una oreja tras aviso). En el sexto, estocada caída (dos orejas).