Moral_derecha_Sevilla17-4-15Juan Manuel Pérez Alarcón.– Ayer fue una de estas tardes en la que pierdes la fe del todo, y no encuentras explicación de la situación del ganado bravo. Una corrida de presentación impecable, con toros hechos, algunos cuajados, y de peso adecuado para la plaza de Sevilla, debiera embestir y tener algo para que el aficionado hubiera disfrutado. Pues bien, el ganado de Montalvo defraudó por su desrazada condición, y por la invalidez que manifestaron en la lidia. Hasta dos sobreros (3º y 4º) y algún otro más que debió irse a chiqueros, fueron necesarios, y ní con ese cambio la tónica de la corrida tuvo otro rumbo. Y es que el público que acudió ayer a la plaza – menos de media plaza – perdió algo más que la fe en un espectáculo soporífero y aburrido. Espero que no se repita.
De la tarde, podemos decir que el torero de Salteras, Manuel Jesús «El Cid«, tuvo un primer oponente blando de manos, soso y que nunca se entregó en el último tercio. Lo más destacado un quite por verónicas de El Cid, replicado por Daniel Luque que despertó los primeros aplausos de la tarde. Después buen tercio en banderillas a cargo de Alcalareño y Pirri, que se desmonteraron. En la muleta tandas insustanciales, sin demasiados ajustes y con poca emoción. Fue silenciada su labor.
Con el sobrero que hizo cuarto, manso que no tuvo ni estilo ni condición y que se dejó algo en la muleta pero sin que tuviera la consistencia necesaria. El público no estaba por ver pegar pases a un toro que no demostraba nada de bravura y fijeza.
Daniel Luque aprovechó la salida de su primer oponente para gustarse a la verónica y lancear con buen criterio a un toro que se terminó apagando por su falta de raza. Lo mejor que hizo fue pelear en el caballo, y estimo que allí se el toro se dejó toda la bravura. Con la muleta, Luque tiró de voluntad y oficio, y poco más.
Con el quinto volvió e dejar claro que maneja bien el capote, y su saludo de rodillas lanceando a la verónica tuvo cierta originalidad. Un toro suelto de salida, que pelo lo justo en el caballo, y con esa sosería y falta de raza llego al último tercio entre el bostezo y la aspereza de un público que a esas alturas pensaban en otra cosa. ya habían perdido la fe en la quinta de abono.
Con el sobrero tercero – feo de hechuras – donde Pepe Moral pudo destacar en el último tercio donde enjaretó alguna serie notable con la izquierda, ante un animal inválido y sin clase.
Con el último de la tarde, y el público levantándose de los tendidos, salió un toro carente de fuerzas en los primeros tercios. En la muleta Moral se centró en recibirlo a pies juntos y dominar a un toro por el pitón derecho. En dos series de mano firme, templada y poderosa destacó el torero palaciego y la música empezó a tocar. El torero encontró la poca fe que quedada en el ánimo, y en ese toro se pudo ver la disposición de su toreo. Tras unas series menos ajustadas por el pitón izquierdo, y en tablas, tomo rumbo otra vez con la derecha para terminar de calentar a la gente para que la faena subiese de altura. Algo es algo. Tras una estocada algo caída el público discretamente solicitó premio para el torero,  que el usía concedió, tal vez por el devenir de una tarde en la que se había perdido la fe por culpa del ganado.
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