Ponce_SEvilla 2015Juan Manuel Pérez Alarcón.– Ya van muchas tardes de mansos, de toros aborregados, de novillos que hace de toros, de inválidos que deambulan por el albero, de muchas cosas que terminan por impacientar al público que acude a la Plaza de Toros de Sevilla. si a eso le unimos que una Presidenta interpreta un reglamento a su antojo, y devuelve un toro manso y rajado a los corrales – el primero de la tarde – deducimos  que todo esta derivando por unos derroteros muy malos. Lo que pasa es que la gente cada vez sabe menos de toros,  acude al festejo a divertirse y a vociferar de todo y para todo.. Cuestión peligrosa que contagia hasta la misma Presidencia del festejo.
Y se impacienta la afición y con razón. Ayer la corrida enviada por Juan Pedro Domecq, desigual de presentación, de hechuras algo discutibles – algunos por la cabeza se salvaban – fue una desecho de tienta por su falta de bravura – invalidez y mansedumbre. Pero ahí esta no pasa nada, el año que viene volverá y nadie protestará. Buenos sí, «dos gatos», pero tendrán mucha razón. De la corrida no tuvo mucha historia. Eso sí dos sobreros y más de 3/4 de plaza en los tendidos.
Enrique Ponce anduvo precavido con el noble pero invalido segundo de la tarde, en un faena tan voluntariosa como inerte. Con el sobrero de El Pilar el escenario pobre de mansedumbre y falta de casta y bravura se repitió. Otro invalido y otra tomadura de pelo. Y Ponce sin apreturas poniéndose bonito. Un poco de respeto por favor.
Sebastián Castella lanceó a su primero a la verónica a un animal noble pero le faltó motor y trasmisión. Destacaron dos series con la mano derecha muy firmes y templadas. Luego al natural bajó la intensidad. El epílogo de la faena tuvo fuerza con su particular toreo de cercanías ante un animal parado y reservado. Inoportunamente sonó la música y Castella la mandó callar. Acierto del torero.
Con el quinto, el toro de más raza de la tarde, que estuvo decoroso en un buen tercio de picar a cargo de José Doblado, y de José Chacón con los palos. Solamente pudo ofrecer su mejor versión en dos tandas de mando hasta que el toro se rajó y cantó la gallina. Faena de efectos al hilo del pitón y con esas cercanías que comprende y gusta al torero francés. Al final silenciada su labor.
José Garrido, con el citado sobrero que fue devuelto de forma antirreglamentaria, toreó de forma impecable con el capote al que le recetó varias verónicas de empaque y torería y rematada con una media de rodillas que jaleó a un público necesitado de triunfos. En el caballo peleó lo justo. Luego un quite por chicuelinas ajustadas puso criterio y firmeza. El toro un marmolillo sin fuerzas desde que salió de chiqueros, Garrido intentó templar en la muleta y su faena no paso de voluntariosa, algo desajustada, y académica. Tras una estocada recibió una calurosa ovación.
Con el «anovillado» toro que cerró la tarde, se desfondó su raza en el caballo al que derribó con genio. Genio y falta de raza es lo que demostró ese toro en su lidia. En cuanto Garrido lo sometió en las primeras tandas hasta que el citado genio apareció en medio de la faena, y el extremeño no supo resolver esos problemas. Ni toro ni torero querían guerra y la faena diluyéndose poco a poco. Debió apostar el torero extremeño con ese toro.
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