Carlos Crivell.– Alfonso Cadaval (Sevilla, 1995) llega puntual a la cita. Vive en Utrera, la ciudad a la que se fue a vivir el día que tomó la decisión de ser torero. Allí solo piensa en torero y vive para prepararse en la profesión elegida. En la familia de  Alberto de la Peña es uno más. Cuando llega al punto de encuentro, varios transeúntes lo paran para saludarlo.  “Me conocen casi más por mi padre. Son amigos de toda la vida y se acercan para desearme suerte”. Es un chaval amable que tiene una cita trascendental en la plaza de toros de Sevilla el día 30 de septiembre, la fecha en la que tomará la alternativa.

– ¿Cómo llega a la alternativa?

– Pienso que llego bien. La etapa como novillero la he cubierto en su totalidad. Han sido tres años con actuaciones en las principales plazas y con unos resultados buenos en general. Siempre quiere uno más, tal vez se podría decir que debería haber logrado triunfos más fuertes, pero lo que queda son mis sensaciones y son buenas.

– ¿Ha toreado el número de novilladas necesarias para llegar con el oficio aprendido al doctorado?

– Nunca se tora bastante para aprender. El mundo de las novilladas está complicado. En mi caso han sido 26 con picadores, pero lo más importante, en contra de lo que muchos piensan, es que no he tenido que pagar por torear.

– La gente podría pensar lo contrario por aquello de que es el hijo de un famoso…

– Claro, lo piensan y lo dicen, pero puedo asegurar que en ninguna de las novilladas que he toreado he puesto dinero.

– ¿Qué es lo quiere destacar de este tiempo de novillero?

– La progresión que he notado. También que he dado la cara en plazas de primera y he resuelto bien los problemas. En las últimas novilladas que he toreado, sobre todo en Ronda, he podido estar muy a gusto y expresar lo que llevo dentro.

– Después de la alternativa se produce un parón en la mayoría de los toreros. Fíjese lo que les pasó a Aguado y Serna, que tomaron la alternativa hace un año, volvieron a la Feria pero casi no han vuelto a torear. ¿Le preocupa lo que viene por delante?

– Y eso que Aguado y Serna son buenos toreros y que en Sevilla estuvieron bien. Lo que me dice del parón les ocurre a casi todos los toreros salvo casos muy especiales. Ya cuento con que eso me puede ocurrir, pero no vale ahora ponerse a pensar en las dificultades futuras. Lo que tengo que hacer es estar bien el día de la alternativa para ganarme nuevos contratos.

– ¿Tiene ya asegurada una corrida en la Feria del año próximo?

– En absoluto. Cuando nos llamaron para la alternativa se llegó al acuerdo y no se habló de nada más. Además, prefiero que sea así. Si tengo que torear el año que viene en Sevilla debe ser porque me lo gano en la alternativa.

– Es decir, que hay que estar bien el 30 de septiembre si o sí…

– Tengo que estar bien sí o sí. Y no es cuestión de orejas, sino de que la gente compruebe que he estado a la altura de la corrida y que salga con ganas de volver a verme. Esa es mi meta en esta fecha.

– ¿Es el cartel soñado para un torero de Sevilla?

– El mejor posible. De José Antonio Morante no puedo decir nada nuevo que sepan todos. Es un artista y es un honor que sea mi padrino. Manzanares es un matador casi sevillano, aquí se le quiere como si hubiera nacido en Triana o en la Macarena. Es un sueño cumplido este cartel.

– ¿Le ha molestado que la gente y la prensa lo haya criticado más de la cuenta por aquello de la notoriedad de su padre?

– La prensa cumple con su obligación. Creo en su objetividad, aunque naturalmente se puede equivocar. Tengo que decirlo así, además estoy estudiando periodismo. Los públicos son otra cosa. En algunas plazas me recuerdan quién es mi padre, o me piden que cuente un chiste, en fin son cosas normales. Me siento muy orgulloso de mi padre. Me inculcó desde pequeño que sin trabajo no hay premio. Cuando decidí que quería ser torero me fui a Utrera para prepararme, he vivido sacrificado y me he privado de muchas cosas, he toreado en muchas plazas novilladas fuertes, en fin, que no creo que me hayan regalado nada. Mi padre es un hombre popular, pero yo no me parezco mucho a su forma de ser, pero entiendo que la gente piense que yo debo ser chistoso, cuando realmente no lo soy. Incluso intento ser más serio de lo normal para que nadie se confunda.

– ¿Qué le falta a su tauromaquia en estos momentos? 

– Ahora lo que más preocupa es aprender a andar en la plaza, la manera de entrar y salir de la cara del toro. Me parece fundamental y debo corregir mis formas. Me siento a veces cohibido y no actúo con naturalidad. Eso es lo que se llama torería. Me gustaría hacerlo sin que parezca forzado. Hay más cosas. Intento torear muy despacio, que es lo bonito pero que no siempre se consigue. Y también quiero tener más regularidad con la espada, aunque ahora llevo una racha mejor.

– Cuál es su punto fuerte?

– El toreo al natural. Es como mejor me siento y lo que más les gusta a los públicos.

– ¿Es optimista de cara al futuro?

– Me gusta ser muy sincero conmigo mismo; es lo que me han enseñado. También intento ser muy crítico conmigo mismo. No he tenido nunca problemas para reconocer que no he estado bien algunos días. Ha aceptado casi todas las críticas con naturalidad, porque entiendo la función que tiene, ya que estoy estudiando periodismo. A veces se equivoca, pero eso es humano. Lo que no me gusta es la mala fe de antemano, que también existe. Tengo que ser optimista. Ahora empiezo una etapa nueva y seguiré intentando ser alguien en este mundo. Lo sea ya se verá.

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