El extremeño Perera debutó en Algeciras con un gran triunfo y corte de tres orejas en una demostración de firmeza y torería. Castella estuvo bien y Ponce muy discreto.

Seis toros de Luis Algarra, bien presentados y de juego variado. Noble sin fuerzas, el primero; encastado, el segundo; flojo, el tercero; noble, aunque mirón, el cuarto: complicado, el quinto; bravo y encastado, el sexto, premiado con la vuelta al ruedo.

Enrique Ponce: media baja y descabello (saludos) y estocada trasera (saludos).
Sebastián Castella: media tendida y dos descabellos (saludos) y estocada desprendida (saludos).
Miguel Ángel Perera: estocada trasera (una oreja) y estocada (dos orejas)

Plaza de Algeciras, 3ª de Feria. Más de media plaza. Perera salió a hombros.

Carlos Crivell.- Algeciras

Con la variedad por bandera, la corrida de Algarra fue entretenida porque salieron reses de muy diferente condición. La presentación fue la que se desea siempre en esta plaza; hasta los de menos peso tenían trapío para el coso de Las Palomas. La vuelta al sexto fue el premio a un conjunto de beuna nota.

Era un festejo con dos espadas en abierta competencia, ambos con un estilo torero muy similar. Castella y Perera se sienten a gusto cerca de los pitones. En el balance final ganó Perera con claridad; en la plaza se palpó el ambiente de la rivalidad entre ambos. El espada extremeño no ha podido debutar de mejor forma en Algeciras.

Por delante, Enrique Ponce, respetado siempre, pero que dejó entrever que el tiempo no pasa en balde. Ponce apenas pudo enjaretar algunos muletazos sueltos al primero, toro de extrema nobleza y muy justas fuerzas. A este tipo de toros les ha cortado las orejas el valenciano en otras ocasiones.

El cuarto fue un toro interesante, término que se utiliza muchas veces para definir reses que piden firmeza y mucho valor. El interés tenía una pega: a la salida de cada muletazo miraba al torero. Sólo con un valor enorme se podía dejar la muleta colocada para provocar arrancadas repetidas. El toro era exigente y Ponce hizo un esfuerzo a base de toques violentos y zapatillazos. Se le aplaudió porque detrás hay una historia, en Algeciras ha triunfado siempre y porque el público es de una benevolencia máxima.

El duelo era entre Castella y Perera. La faena del francés al buen segundo de Algarra fue de alto contenido emocional. Corrió la mano con largura en tandas con la derecha de trazo perfecto. No brilló igual por la izquierda pero revolucionó la plaza en los circulares, todo con una quietud asombrosa. Fue faena de dos orejas que se quedó en nada por el deficiente manejo de la espada.

El garbanzo negro de la corrida fue el quinto, toro bronco y áspero, al que apenas le pudo dar pases sueltos. Se masticó en la plaza el percance. Castella fue un torero valiente aunque todo quedó mermado por un toro de mala condición. Había realizado un quite espectacular por chicuelinas y la plaza se había quedado con las ganas de ver el segundo par de Curro Molina. Esta moda de colocar sólo dos pares le hurtan a los festejos momentos brillantes. Ya pasó con Trujillo el jueves y ayer fue con Molina. En estos casos se podría esperar que el presidente se pusiera el traje de buen aficionado.

Perera cortó una oreja fácil al tercero, toro soso y noble. El extremeño está en un momento cumbre de sitio y seguridad. Ante semejante astado, Perera fue un torero perseverante, tenaz y que sacó pases donde parecía imposible.

El clamor llegó en el sexto, buen toro en conjunto, al que le hizo un quite que puso la plaza boca abajo, sobre todo al final con lances con el capote con una mano ligados que provocaron una sonora unanimidad. La faena fue maciza desde los pases por la espalda del comienzo a la estocada final. Las tandas con la derecha fueron largas y templadas. El toreo con la zurda fue de mayor aguante, ya cuando el animal atemperó sus viajes. El remate de las bernardinas fue el colofón a una labor redonda que le daba a Perera la victoria en el festejo.
 

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