Perera aprovechó bien la noble y manejable corrida de Victoriano del Río en la 1ª de la Feria de Almería. Finito dejó pinceladas sueltas y El Fandi estuvo animoso como siempre.
Victoriano del Río / Finito de Córdoba, El Fandi y Perera
Plaza de Almería, 1ª de Feria. Más de media plaza. Seis toros de Victoriano del Río, el primero con el hierro de Toros de Cortés, bien presentados, salvo el primero y de buen juego en general, aunque justas de raza. Noble, el 1º; mansito el 2ª; bueno, el 3º; noble el 4º; encastado, el 5º, noble y flojo el 6º.
Finito de Córdoba, negro y oro, estocada (una oreja). En el cuarto, pinchazo y media atravesada (pitos).
El Fandi, grana y oro, estocada (una oreja). En el quinto, estocada corta tendida y descabello (vuelta al ruedo).
Miguel Ángel Perera, azul pavo y oro, metisaca y media estocada (una oreja). En el sexto, estocada tendida (una oreja). Salió a hombros.
Carlos Crivell.- Almería
La plaza de Almería sigue siendo un placer para el aficionado, naturalmente para el que acude a los toros con las ideas claras de la amabilidad de su público. Esa amabilidad se conjuga con toros que embisten. En Almería embisten los toros, que pueden ser más o menos encastados, a veces incluso algo mansos, pero embisten, lo que suele ser decisivo para que los espadas toreen según su capacidad, porque no todos torean igual.
Se abrió la Feria con una buena corrida de Victoriano del Río, llena de matices, pero al final todos se dejaron torear. Desde la bondad exquisita del primero, a la calidad del tercero; de la mansedumbre del segundo, a la movilidad encastada del quinto; de la clase del masacrado en varas cuarto, al buen son del sexto mientras tuvo fuelle. Una corrida de toros para calibrar el momento de cada diestro.
El que dejó más alto su pabellón fue Miguel Ángel Perera. El extremeño se mantiene firme a estas alturas de la temporada, lo que no pueden decir sus compañeros de escalafón. En el tercero, Perera volvió a torear con el capote a la verónica con sabor y empaque, como si otra vez se acordara de las enseñanzas de su apoderado Fernando Cepeda. El quite por tafalleras y gaoneras fue emocionante. La faena fue de perfecta técnica, muy buen temple por ambos pitones y de un final de infarto en las cercanías con los circulares y el parón. Una excelente faena que no remató bien con la espada.
El sexto era noble pero justo de fueras y no acabó de humillar nunca. Perera asentó las zapatillas en el centro para ligar los muletazos con valor. Cuando el animal perdió recorrido llegaron los circulares. Perera dejó patente su buen momento.
El Fandi estuvo en su estilo. Mejor en el quinto, también mejor toro, porque se ajustó más en las banderillas y lo toreó en tandas por ambos pitones algo rápidas, pero muy fiel a su estilo de fácil conexión con las masas. En esa faena no faltó de nada, ni siquiera unos molinetes encadenados de rodillas que se recibieron como el no va más del toreo. No deja de ser curioso que no le dieran la oreja, cuando en este toro había estado mejor que en el anterior. El palco ya comienza a hacer de las suyas. Regala algunas sin motivo y niega otras merecidas.
Había estado más tesonero con el mansito segundo en una labor de menos calado popular, pero llena de buena voluntad, algo que es indudable no le falta al granadino. El Fandi sigue fiel a sus principios, sólo se aprecia que cada vez le cuesta más asentar las zapatillas, pero de su profesionalidad para dar lo que tiene no hay ninguna duda. Esta oreja fue excesivamente generosa.
Era una novedad en el cartel Finito de Córdoba, que este año tiene pocos contratos. Le cayó en suerte una perita en dulce en primer lugar, que bajó más en la presentación, pero de una embestida dulce y pastueña. Fue tan bueno que permitió que el torero cordobés dibujara pases bellísimos por la derecha, casi nunca ajustados, pero trazo elegante y majestuoso. Además lo mató de forma perfecta. Fue un ramalazo de la calidad de un pedazo de torero que no está en sus mejores horas.
No lo está como se pudo comprobar en cuarto. Dejó a sus picadores ensañarse con el de Victoriano en dos puyazos dañinos que dejaron muy parado al toro. Finito no se estrechó en ningún momento y se llevó la bronca de los artistas.