El Juli cortó tres orejas, dos al bueno y otro al que hbía que poderle y ganarle la partida. La estocada al sexto, inemsa. Morante, el capote y su torería; Ruiz Manuel, una oreja sin fuerzas.

El Tajo y La Reina / Ruiz Manuel, Morante de la Puebla y El Juli

Plaza de Almería, 25 de agosto de 2010. 4ª de Feria. Dos tercios de plaza. Cuatro toros de El Tajo y dos, quinto y sexto, de La Reina, bien presentados y de juego diverso. Sosos primero y segundo; bueno, el tercero; El cuarto, exigente, aunque noble. El quinto, parado. El sexto, encastado.

Ruiz Manuel, de lila y oro, cuatro pinchazos, estocada atravesada y descabello (saludos).En el cuarto, pinchazo hondo (una oreja).
Morante de la Puebla, de grana y oro, pinchazo y descabello (saludos). En el quinto, tres pinchazos, uno hondo y dos descabellos (pitos).
El Juli, de verde manzana y oro, estocada perpendicular (dos orejas). En el sexto, gran estocada (una oreja).

Carlos Crivell.- Almería

Se habló del duende en la corrida. Lo tiene en grandes cantidades Morante de la Puebla, algo que no supone ninguna novedad. Pero muchos se acordaban del que dijo en su día que El Juli no lo tiene. El problema ha quedado resuelto; El Juli, a su forma, tiene duende. Ya se apreció en su primera tarde almeriense. A su reconocida capacidad de temple y valor, el madrileño torea cada día con más gusto, aportando a su toreo un regusto especial. En este festejo puso duende un uno y sacó su espíritu guerrero en el otro. Torero en la paz y en la guerra.

Duende de verdad, el de Morante. Sus verónicas de salida son un monumento al toreo de capa. El de La Puebla con el capote es como El Juli con la muleta. Le sirven todos los toros. Al segundo le enjaretó siete verónicas y media, que coronó con tres más en el quite. Al quinto fueron sólo tres, perfectas, armónicas, jugando los brazos al son del capote, moviendo levemente la cintura, en un movimiento a compás lleno de gracia. Eso debe ser el duende, la gracia en las formas.

Todo ello con una corrida de Joselito, con los dos hierros, que lució buena presentación y juego diverso. Algunas veces, el toro luce más o menos según el lidiador. El Juli, al que le sirven todos los astados, siempre mejora la condición de sus oponentes. A Morante no le sirve cualquier animal. La de Joselito, variada, con toros interesantes, por ejemplo el tercero, cuarto y sexto, que exigían mucho a sus lidiadores.

Decíamos que El Juli anduvo por encima de todo. Al tercero, noble, le hizo una faena completa desde los pases por alto hasta la estocada. Entre medio, derechazos, naturales, circulares, todo con una suficiencia que impresiona. Y hubo duende en algunos pasajes de gusto especial, en los que El Juli, quizás acordándose del señor de Pamplona que dijo que no tenía duende, se desmayó y se sintió. Es la otra dimensión de este torero sin horizontes.

El sexto salió imponiendo respeto a las cuadrillas. Ardió Troya en banderillas. Todos de cabeza al callejón. El toro no se comía a nadie, o así pareció cuando El Juli lo domó con su poder en la muleta. No hubo duende, fue un torero curtido en las batallas, ganador de la guerra con su sitio y temple y una estocada tremenda, de la que el toraco de La Reina salió muerto de los vuelos de la muleta.

Por delante, Ruiz Manuel, torero local, voluntarioso y fino, que se enfrentó a dos toros posibles. El que abrió plaza era muy soso, noble para dar y regalar, con el que Ruiz Manuel lució con el capote en verónicas elegantes. La faena, casi toda por al derecha, tuvo pasajes de toreo de clase, aunque sin gran intensidad y algo intermitente. El de Almería dio un mitin con la espada.

El cuarto, mejor por el lado izquierdo, pedía un toreo de entrega, que le presentara batalla. Tal vez sea mucho pedirle a Ruiz Manuel, que le plantó cara en algunas tandas buenas sobre la izquierda, aunque de nuevo le faltó lo que el toro pedía: pelea y ataque, un concepto que indica que a veces hay que ganarle un paso para ligar las tandas. Se esforzó, sacó algunos muletazos de adorno más que estimables y mató de un pinchazo hondo, lo que provocó una mínima petición que fue atendida con mucho sabor almeriense.

Morante, el capote, algunos muletazos enormes con la derecha al segundo y nada en el quinto para provocar el enfado popular, el que siempre despertaron los toreros marcados por el arte. Lo del capote queda descrito. El segundo fue sosito y noble. Los pases sobre la derecha, ligando en el sitio, fueron notables. No hubo ligazón ni unidad, solo detalles sueltos. El quinto no le gustó y a otra cosa ante de escuchar las cosas tan poco originales que suelen decir los públicos a los toreros tocados por el duende.

Aunque, en cuestiones de duende, El Juli resulta que también lo tiene, al menos en sus dos tardes de Almería lo ha dejado ver con claridad meridiana. Y s hay que pelear, también está dispuesto.

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