Dos toros bravos desaprovechados con el hierro de Funete Ymbro en una corrida con mala suerta porque dos astados se lastimaron y el bueno le tocó a El Fandi, incapaz de torear bien a uno encastado. Finito cortó una oreja menor y El Cid se llevó los malos.

Fuente Ymbro / Finito, El Cid y El Fandi

Ganadería: cinco toros de Fuente Ymbro y uno, 3º bis, de Esteban Isidro, que salió por uno que se partió una mano. En general, bien presentados. Dos toros excelentes, cuarto y sexto, con especial mención para este último, muy bravo. Primero y quinto, mansos. Segundo, noble aunque se partió una pezuña y ello le mermó. El sobrero, noblón y de poco recorrido.

Finito de Córsoba: media trasera y tres descabellos (silencio) y estocada (una oreja).
El Cid: estocada trasera (saludos) y estocada trasera y tendida (silencio).
El Fandi: dos pinchazos y dos descabellos (silencio) y estocada caída y trasera (dos orejas).

Plaza de Almería, 28 de agosto de 2008. Casi lleno. El Fandi salió a hombros.

Carlos Crivell.- Almería

Esta es la crónica de un lamento. Es cierto que la corrida de Fuente Ymbro no fue buena en conjunto, pero fue un lote con bastante mala suerte. Un toro se partió una mano; otro se partió una pezuña. Otros dos fueron muy mansos, primero y quinto. Entre todo esto, salieron dos toros para hacer el toreo grande: cuarto y sexto. Y es la crónica de un lamento porque ambos astados murieron sin torear. Es verdad que a uno le cortó Finito una oreja indescriptible por los escasos méritos del diestro. Es verdad que al sexto le cortó las dos El Fandi, pero lastimosamente fue un toro de gran bravura que se fue al otro mundo sin aprovechar. Qué pena de toros. Qué pena de toreros, aunque a El Fandi, con dos orejas regaladas quién le dice ahora que estuvo infinitivamente por debajo de ese gran toro.

Pues hay que contarlo. Se le fue un gran toro. El animal, de bellas hechuras, se picó con rapidez. Apenas dos picotazos. No se le puso en suerte de forma adecuada. El Fandi, que lo recibió con una larga cambiada, lo llevó al caballo en un galleo por chicuelinas y el toro salió al relance camino del piquero. El torero de Granada puso cuatro pares de banderillas a toro muy pasado y muy traseros. Entre sus partidarios había pasión y se coreaba su nombre a grito pelado.

Era un toro bravo, que pedía el centro del ruedo. El Fandi hizo toda su faena cerca de las rayas en los terrenos de sol. Allí pudo experimentar de cerca lo que pesa un toro bravo. Su faena fue un compendio de malos pases, todos rápidos, perdiendo terreno, agarrado al costillar y cortando las tandas pronto porque estaba axfisiado ante la repetición incansable del toro de Fuente Ymbro, que llegó a hacer el avión en sus embestidas. Sólo se la enseñó una vez por la izquierda y mejor nunca lo hubiera hecho. Ni un pase salió limpio, corría entre los muletazos como un poseso y le daba unos toques violentos para desplazarlo muy lejos. Así, con mucha reolinas, carreras van y vienen, falta de temple y, eso sí, mucho ánimo y ganas de gustar a los del sol, El Fandi fue desperdiciando un toro de clase. Cuando lo mató de forma imperfecta, bajo y trasero, el gentío consiguió un doble trofeo inverosímil. Nunca una faena tan trapacera tuvo tanto premio.

Estas dos orejas fueron la culminación de la triste tarde del presidente. Este buen hombre, al que en su día defendí de los ataques de su público, se ha convertido en uno de los más malos de Andalucía. Si cree que esa faena era de dos orejas, que Dios le conserve con salud para otras cosas, porque del palco sobra. Qué presidente más malo.

El otro toro desaprovechado fue el cuarto, que tenía un pitón derecho de lujo. Finito de Córdoba se percató de ello muy tarde, cuando ya la había dado muchos pases por la derecha sin confianza y moviendo las zapatillas. Cuando quiso, Finito logró algunas tandas de buen trazo provocando al toro con zapatillazos. Cómo sería la faena que ni un adorno regaló a la plaza. El primer sorprendido por la oreja fue el propio Juan Serrano, que se la dio a un peón cuando comenzó la vuelta.

El resto del festejo es la historia de un infortunio. El primero fue un toro mansito, mal lidiado por la cuadrilla de Finito, que acabó en tablas. Finito toreó en unipases sin entrega ni calidad.

El segundo se partió una pezuña al comienzo de la faena de El Cid. Este detalle mermó a un buen toro, que no pudo desarrollar su clase. El Cid estuvo tenaz y voluntarioso, pero el animal se quedó corto y el lucimiento se fue haciendo cada vez más imposible.

El tercero se partió una mano tras dos largas cambidas de El Fandi. El sobrero, de Esteban Isidro, era un toro cinqueño, noble, de cara alta en sus embestidas y fuerzas justas. El Fandi puso banderillas y lo trasteó de forma discreta hasta que se rajó en las tablas.

El quinto, segundo de El Cid, fue otro manso rajado. A las primeras de cambio se fue a las tablas y el torero de Salteras lo mató.

En definitiva, fue una corrida que acabó en tono triunfalista. Al buen aficionado le quedó la impronta de dos buenos toros que se fueron sin torear como exigían dada su calidad. Si esto es bueno para la Fiesta, si lo que vale es la diversión, si aquí no vale el juicio crítico sereno, pues así nos va. Suena fuerte: tres orejas a dos toros de bandera y ni un solo pase de calidad.

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