El Fandi sudó el triunfo con seis toros, cortó seis orejas con una buena lección de técnica, muchas deficiencias, mala suerte con los toros, alguno impresentable, y se fue a hombros con apagón en el quinto incluido.

García Jiménez, Torrestrella y Gavira / El Fandi

Plaza de Almería, 28 de agosto de 2010. 7ª de Feria. Dos toros de García Jiménez (1º y 5º), dos de Torrestrella (2º y 4º) y dos de Gavira (3º y 6º), todos muy justos de presencia; alguno, anovillado como el segundo, de Torrestrella. Impresentable, el quinto de García Jiménez, sin pitones. En general, flojos y descastados. Mejor el primero, de García Jiménez. Durante la lidia del quinto se apagó la luz de la plaza.

El Fandi, de azul añil y oro, estocada caída (una oreja). En el segundo, estocada tendida y trasera (una oreja). En el tercero, pinchazo y descabello (saludos). En el cuarto, estocada caída (una oreja). En el quinto, estocada en la oscuridad y descabello (dos orejas). En el sexto, estocada muy tendida (dos orejas). Salió a hombros.

Carlos Crivell.- Almería

El Fandi mató seis toros con buena técnica y algo de mala suerte. En parte la mala suerte se la buscó el torero o sus mentores. En la Feria de Almería se ha recuperado este año el toro de siempre, es más, han salido corridas con una presentación impecable. Por ese motivo fue indecoroso que saltaran al ruedo algunas de las reses de la encerrona, como el segundo, con el hierro de Torrestrella, aunque el que clamaba al cielo era el quinto, de García Jiménez, animal descornado impropio de esta plaza y de muchas otras. El detalle de la presentación de los toros resta valor a lo alcanzado por el de Granada.

No tuvo mucha suerte con los toros, todos muy justos de fuerzas y de casta, especialmente los dos de Torrestrella, que acabaron en tablas sin vida ni fuelle. La corrida no pasó por el caballo más que de forma simbólica. Fiel a su costumbre, El Fandi pidió el cambio en cuanto el animal topaba con el caballo. Ningún toro se picó de forma normal, todos se saldaron a picotazo por cabeza y pare usted de contar.

El Fandi lució sus virtudes y sus defectos, como no podía ser de otra forma. En algunos momentos se le vio desencantado por el juego de los astados, porque ninguno llegó a la muleta con los bríos precisos para que el espada pudiera centrarse con la franela.

El toreo de capa fue más vistoso en los quites que en las verónicas. Se lució por chicuelinas, navarras, zapopinas, tafalleras y lances similares.

Puso banderillas a todos los toros con su estilo característico. Lució sus espléndidas facultades físicas, la mayoría a toro pasado y en cada uno de ellos hubo alguno bueno porque cuadró de forma más centrada y ganó la cara con guapeza. Como dato llamativo y de escasa torería, al tercero le puso un par con la toalla en las manos. En fin, cada día se observa algo nuevo ayuno de sabor torero.

En el sexto se subió al caballo de picar. Tomó la lidia el sobresaliente Jesús de Almería y Fandila puso un puyazo infame. El público lo celebró con ardor, pero será mejor que no lo repita en muchas ocasiones. El toro se quedó crudo y lo acusó en la muleta.

Al primero le hizo una faena con buenos pasajes. El de García Jiménez fue noble y tenía un punto de raza interesante. El Fandi templó y ligó en algunas fases, para acabar más embarullado y agarrado al costillar.

El segundo, de Torrestrella, era muy flojo y un novillote de presencia. Toreó a media altura con pases sin posibilidad de ligar. Faena pulcra y aseada. Ahora la oreja sólo fue pedida por sus paisanos que poblaban la solanera.

Al tercero, de Gavira, animal muy flojo y descastado, tampoco pudo hacerle una faena compacta, de forma que todo resultó poco uniforme.

En la segunda mitad, al toro de Torrestrella lidiado como cuarto lo toreó de forma bullanguera en los terrenos de sol, con mucho oficio y no escasa técnica, porque si algo quedó claro es que el granadito está sobrado de oficio. También fue una oreja del público.

Durante la faena del quinto, el de García Jiménez sin pitones, se fundieron los plomos de la luz y todo quedó a oscuras. Sería para que los mínimos pitones del animal de Matilla pasaran desapercibidos. El toro era noble aunque con poca casta. El Fandi le hizo una faena de entrega y mucha voluntad, mientras se pudo ver lo que pasaba en el ruedo. Sin luz, la solanera rugió emocionada. Mató al toro; parece que de una estocada y seguro que con un descabello final y le dieron dos orejas, ahora con la complicidad del palco. Ciertamente era poco menos que imposible no satisfacer a la masa rugidora.

A la altura del sexto la plaza se había convertido en un estadio deportivo, al menos según los cánticos que se coreaban a voz en grito. No sé si David Fandila era un torero feliz. Espero que algo por dentro le dijera que la torería es otra cosa. Se había hecho de nuevo la luz. Picó al de Gavira, en realidad no lo picó, le colocó las banderillas, un par fue bueno, y muleteó entre el éxtasis popular, sin que a nadie le importara un desarme de entrada ni la velocidad de sus muletazos. El de Gavira embistió rebrincado, falto de castigo en el caballo, la plaza palmeaba un pasodoble y aquello fue cualquier cosa menos una plaza seria. Como se sucedían los enganchones se agarró al costillar para encandilar a los suyos. Podía haber estado mucho mejor en esta tarde de sus seis toros almerienses.