Morante de la Puebla, genio y figura, dejó fogonazos de arte grande en la faena al encastado astado lidiado como quinto. Manzanares le cortó una oreja al bravo tercero en una labor buena pero incompleta. Hermoso bien, pero malentendido.

Bohórquez y Ganadería del Tajo / Hermoso de Mendoza, Morante y Manzanares

Ganadería: dos toros para rejones de Bohórquez, nobles y sosos; tres de Ganadería del Tajo, bravo, el tercero; encastado, el quinto e inválido el sexto. Un toro de Toros de la Reina, primero, complicado y con genio.

Hermoso de Mendoza: rejón trasero (saludos) y rejón bajo (saludos).
Morante de la Puebla: metisaca y estocada perpendicular (silencio) y cinco pinchazos y estocada perpendicular (saludos con división tras dos avisos).
José María Manzanares: estocada tendida (una oreja) y pinchazo y estocada atravesada (silencio).

Plaza de Almería, 30 de agosto de 2008. 7ª de Feria. Más de tres cuartos de entrada.

Carlos Crivell.- Almería

Morante es un torero distinto; incalificable en muchos detalles de su tauromaquia. Muchas veces es genial por la realización de las suertes; otras, es capaz de provocar el enfado por actitudes incompensibles. Morante no deja indiferente a nadie. Es un genio del toreo que anda suelto y que nunca defrauda.

Así pasó en la última de Almería. No hay que contar una faena cumbre o que le cortara las dos orejas a un toro, en absoluto, pero sí es preciso adelantar que llevaron su firma unos derechazos inmensos, unos muletazos personales con golpe de cadera al toro y toda su manera de andar por la plaza que destila torería a raudales.

Todo aconteció en la clásica mixta que se organiza en esta Feria con un rejoneador y dos matadores. Al menos, como el caballero es Hermoso de Mendoza la corrida tiene un argumento y su correspondiente interés. De cualquier forma, hay una petición casi unánime en la afición almeriense para que la empresa organice un festejo de rejones normal y corriente.

Dicen que hay un público para el rejoneo. En este tipo de festejos no se sabe muy bien cuál es, porque la respuesta a lo que realiza un rejoneador tan grande como Hermoso es casi siempre muy tímida. Hermoso rejoneó a dos toros de Bohórquez y les dio la lidia adecuada, perfecto en los terrenos, con el único defecto de no acertar en la colocación de las banderillas en el cuarto. Al primero le hizo una faena justa y torera sobre la base de Silveti, el caballo de las piruetas. La sosería del astado frenó el triunfo.

El cuarto le permitió mostrar un rejoneo de altura con el problema de la colocación de los palos, que unas veces cayeron traseros y otras bajos. Salió Chenel y se lució, lo mismo que Fusilero, pero un rejón bajo le puso sordina a su buena actuación. Muy mezquino anduvo el público con el navarro.

Las genialidades las puso Morante. El primero que mató se picó en tres entradas al caballo. No le cogió al aire al toro, que siempre le enganchó la muleta y llegó al desarme por el lado izquierdo. Era un toro con mucho genio, incómodo para cualquier torero y más para el de La Puebla.

Una vez que se hubo fumado el puro en el callejón, Morante dejó la impronta de su toreo con el quinto, toro de Ganadería del Tajo, propiedad de José Miguel Arroyo «Joselito». Eligió, sin causa clara, los terrenos cercanos a las tablas. El toro fue encastado. Sobre la derecha fue probando al toro para dibujar tres tandas con la derecha enormes, hondas, sentidas, de una plasticidad cercana al dramatismo, porque el toreo de Morante es ahora muy dramático. Derechazos de arrebato que levantaron del asiento a los buenos catadores. No todo fue igual, llegó el embarullamiento, la imposibilidad de torear con la izquierda, para acabar con esos pases por alto en los que al final mete la cadera al toro -mete en realidad otra cosa-, pero que son recibidos con una mezcla de sopresa y admiración. Genio y figura que se puso a pinchar y llegó a escuchar dos avisos. Cuando salió a saludar, la mayoría le ovacionó, mientras algunos, recordando lo sucedido en Roquetas, pitaba. La realidad es que no deja a nadie indiferente.

Manzanares le cortó una oreja al bravo astado lidiado como tercero, de la ganadería del Tajo. Su labor tuvo dos partes. En la primera, Manzanares toreó con gusto, cadencia y temple sobre la derecha. Algunos pases llevaron el sello de su toreo precioso. En la segunda parte se atolondró algo porque no se entendió con el bravo por la zurda. Cortó una oreja con alguna generosidad.

El sexto parecía lesionado. Se defendió en la muleta y la faena fue simplemente una sucesión de medios pases sin posible lucimiento. No fue el mejor final de la Feria, pero así sucede muchas veces en el toreo.

Se acabó la Feria de Almería. Habrá tiempo para las valoraciones. En el día postrero, la genialidad de Morante fue un fulgor resplandeciente que sacó a los aficionados de la rutina.

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