Hermoso y Ventura, fieles a su estilo, salieron a hombros en Almería con la compañía de Leonardo en una tarde de rejones entretenida. Así acabó una triunfal y triunfalista Feria de Almería.

Sánchez / Hermoso de Mendoza, Diego Ventura y Leonardo Hernández

Plaza de Almería, 7ª de Feria. Tres cuartos de entrada. Seis toros de Ángel Sánchez, despuntados para rejones, de buen juego.
Hermoso de Mendoza, silencio y dos orejas
Diego Ventura, una oreja y dos orejas.
Leonardo Hernández, silencio y dos orejas.

Carlos Crivell.- Almería

Si hablamos de toreo a caballo, un duelo con los caballeros figuras debe deparar lances brillantes. En la plaza de Almería se encontraron de nuevo Hermoso, Ventura y Leonardo, que en cada tarde de este verano torero establecen su particular duelo en busca de la primacía del rejoneo. Se enfrentaron en Almería a una buena corrida de Ángel Sánchez.

Hermoso abrió plaza con un toro que llegó vivo y veloz al tercio de banderillas. Chenel se vio agobiado por la enorme agilidad del toro. Fue con Ícaro cuando ya logró atemperar algo su acometividad. Lo que no estaba previsto es que Pablo se atascara de forma lastimosa con el rejón de muerte.

La forma de parar al cuarto sobre Saramago, caballo bayo de gran expresión, fue de los momentos más notables de la corrida. Toda la lidia nos puso sobre el albero a un rejoneador que llegó a buscar los aplausos más fáciles en las piruetas de Dalí y los pares a dos manos sobre Pirata. Acertó con la muerte y paseó las dos orejas.

Ventura no se da tregua nunca. Lidió al primero de su lote sobre Nazarí, pero rayó a gran altura en las banderillas sobre Sueste, que parece destinado a suceder al desaparecido Dinastía, de feliz memoria. Ventura culminó una nueva actuación en la que dejó claro su dominio de las cabalgaduras y su espectacularidad para que los públicos vibren con sus faenas.

En el quinto, con el personal ya metido en harina, Ventura armó un alboroto con Wellington y ya llegó al éxtasis colectivo con los bocados de Morante. Era lo que le faltaba a la tarde, los bocados de este caballo. Después de los bocadillos de la merienda, los de este famoso caballo. Puso en racha toda su batería de recursos para lograr la entrega total del coso almeriense. Al morir el toro de un rejonazo muy defectuoso y un descabello paseó el doble trofeo. Fue Ventura en estado puro. Lo mejor de la corrida fue el batacazo de uno de los banderilleros de cuadrilla al final de la vuelta. Había bebido de todas las botas que le echaron a Ventura y acabó rodando por el albero.

Leonardo estuvo simplemente discreto con el tercero. Clavó bien aunque algo distanciado, por lo que sólo cuando apareció Quieto con sus piruetas la plaza reaccionó ante su labor, que finalmente no tuvo un final feliz con la suerte suprema.

Mejoró sus prestaciones en el sexto, sobre todo en los quiebros con Verdi y un par a dos manos con Xarope. Gustaron las cortas al violín un sinfín de adornos que dejaron al toro hecho un florero. Son cosas del rejoneo moderno. Así logró irse a hombros con las figuras y pudo salir en las fotos a hombros con los dos mandones del toreo a caballo.

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