Carlos Crivell.- Almería ha adoptado felizmente a Jorge Martínez, que si bien nació en la localidad murciana de Totana, se ha criado como torero bajo las enseñanzas de Ruiz Manuel en la ciudad almeriense. Se presentó en la plaza de la Avenida de Vilches y dejó sus credenciales con el primero de su lote, algo mirón, pero finalmente obediente a los toques suaves de Martínez. Lo saludó con buen toreo de capa, muy expresivo en el juego de brazos. Comenzó de forma torera con doblones por bajo rodilla en tierra, para seguir con tandas elegantes sobre la derecha. Lo mejor no era su buen porte, ese clasicismo que es marca de la casa, sino que llamaba la atención la forma de colocarse en la cara del toro, perfecto en la distancia, con la muleta cogida por la mitad del palillo, Siguió con más derechazos y lo firmó todo con bernadinas, única concesión a la galería de un torero nada altisonante. Le dieron en clamor las dos orejas con un punto de localismo apasionado, pero había regado la plaza de su aroma torero.

Mató el cuarto mientras curaban a Hernández en la enfermería. Fue un novillo diferente porque no se entregó nunca. De nuevo salió airoso, aunque con menos clamor. Se atascó con la espada y el cariño local le obligó a dar la vuelta al ruedo.

Víctor Hernández le cortó la oreja a buen novillo primero, que tenía mucha bondad con el defecto de salir con la cara a media altura. El joven torero lo saludó con una larga en el tercio y lanceó con gusto. Se hincó de rodillas para iniciar la faena, pero cuando quiso pasarlo por la espalda fue arrollado y corneado sobre el albero. Con la taleguilla desgarrada y una clara afectación como índice de que lo había calado, prosiguió su faena con tandas de buen toreo, si bien su labor fue decayendo. Como acertó con la espada paseó una benévola oreja.

Salió para matar el sexto, a pesar de que había sido operado de una cornada. El novillo fue un manso corretón con mal estilo, lo que, sumado a la evidente impotencia física del torero, fue la consecuencia de una faena inexistente.

Álvaro Alarcón mostró buen oficio, entrega y toreo de planta firme ante dos novillos poco agradecidos. El tercero tiró infinidad de gañafones y acabó con medio recorrido. El que lidió como quinto fue muy soso y descastado. Alarcón estuvo firme sin lograr nada positivo. Se puso muy pesado con la espada en este último.

Fue la novillada de la presentación de Jorge Martínez en su tierra adoptiva de Almería y lo hizo con todas las bendiciones de la afición, que no llenó ni la mitad de la plaza, pero que con toda seguridad la llenará algún día para ver en escena a este nuevo torero surgido a la sombra de Ruiz Manuel, y que apunta muy alto.

Plaza de toros de Almería, 19 de agosto. 1ª de Feria. Un tercio de plaza. Seis novillos de Guadaira, desiguales de presencia (más rematados 4º, 5º y 6º), de juego desigual. 1ª, noble con la cara alta; 2º, mirón pero obediente y con calidad; 3º, de poca clase; 4º, sin entrega a menos; 5º, soso y falto de raza, y 6º, complicado por manso y desclasado.

Víctor Hernández, de rosa palo y oro. Estocada suelta (una oreja tras aviso). En el sexto, estocada atravesada y cinco descabellos (palmas tras aviso).

Jorge Martínez, de obispo y oro. Estocada corta (dos orejas). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo).

Álvaro Alarcón, de corinto y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras aviso). En el quinto, cinco pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso).

Jorge Martínez salió a hombros por la Puerta Grande.

Víctor Hernández fue operado en la enfermería de una herida inciso-contusa, con orificio de entrada a unos 3 cm por debajo de cresta ilíaca anterosuperior izquierda, que penetra en masa del vasto externo del muslo derecho en una trayectoria descendente de unos 12 centímetros topando con el fémur izquierdo. Leve.

Saludó en banderillas Curro Vivas y destacó con capote y palos Andrés Revuelta.

 

 

 

 

 

 

 

 

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