Carlos Crivell.- Si en una corrida en Almería se cortan solo dos orejas, algo raro ha debido ocurrir, porque la plaza es alegre y generosa a la hora de pedir trofeos. Esta tarde también los pidió, solo que entre un palco algo cicatero y unas espadas deficientes, todo quedó en peticiones sin fundamento.

La corrida ha tenido tres vértices. De uno de ellos me apena mucho tener que escribir, pero me traicionaría si no proclamara que algunos toros han lucido unos pitones indecorosos. Como es natural, nadie ha protestado esa presentación mutilada de los animales. Ni afirmo ni niego, pero el aspecto de las astas del tercero era un verdadero poema. Entiendo que ya no es muy correcto decir que una corrida estaba afeitada hasta las trancas, entre otras cosas porque no lo puedo probar, pero lo que la vista me dejó ver me causó una penosa impresión. Si la autoridad lo consiente y el público lo admite, cómo puedo lanzar esta acusación a los cuatro vientos, mucho más cuando ya he podido leer algunos textos de otros compañeros que no detallan este tema de los pitones. Es una situación admitida y sin remedio.

El otro vértice de la corrida ha sido el toreo de Morante en sus dos toros. Es verdad que hay algunos aspectos de su quehacer que sugieren que puede estar cansado por el peso de la temporada, pero ello no puede obviar sus lances a la verónica al primero de la tarde, el galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo, o la misma faena exquisita a este toro, sobre todo cuando toreó por naturales al final de la faena, donde cada muletazo al ralentí fue un poema taurino. Como su abaniqueo final, tan airoso. Antes, el toro le partió el vestido de un pitonazo. Era el primero, pero había petición y el palco no la concedió como signo de ceguera o pobre afición. O las dos cosas.

Al cuarto, toro reservón y rebrincado, también le hizo algunas cositas bellas, con un cenit en los naturales, pero ahora faltó la intensidad que el toro no aportó.

El tercer vértice fue el toreo de capote de Tomás Rufo, espléndido en ambos toros, mejor en las verónicas limpias de cadencia infinita que en las chicuelinas de trazo algo forzado. Rufo fue un torero de cuerpo entero con el capote. Al indecoroso tercero, manso y noble, le hizo una faena apañada, con desarme sobre la derecha y toques fuertes sobre el más incierto pitón izquierdo. Cortó la oreja por los efectos especiales del final: circulares y luquesinas. Se diría que Rufo está aprendido mucho de la escuela de El Juli. El espadazo imperfecto dio lugar a una oreja que no pasará a la historia.

El sexto, llamado Barbero sin ánimo de señalar, fue un toro descastado, como toda la corrida, que rebañó mucho al final y le tropezó muchas veces el engaño, hasta el punto de desarmarlo de nuevo al final. A pesar del pinchar el santo público le pidió la oreja que no fue concedida.

El Juli cumplió sin mucha historia. Como siempre, poderoso, ahora menos derecho que al comienzo de la temporada, toreó a sus dos reses, nobles, pobres de casta y de fuerzas, y cortó la oreja del primero de su lote por un circular completo que enardeció a la plaza. Al quinto, más de lo mismo a un animal noble y desfondado, al que toreó relajado sin ninguna emoción. Como remate, un montón de pinchazos, pero la gente muy contenta.

La última noticia de la tarde es que la Puerta Grande no se abrió en esta corrida de la Feria. Eso un notición, pero ocurrió a pesar de la alegría verbenera del tendido.

Plaza de toros de Almería, 20 de agosto de 2022. Segunda de Feria, Algo más de media plaza. Seis toros de Daniel Ruiz, mala presentado por el pobre aspecto de los pitones, descastados, nobles, pobres de fuerza. Destacaron el primero y el quinto con embestidas con más clase.

Morante de la Puebla, de nazareno y azabache. Estocada corta tendida (saludos tras petición). En el cuarto, media estocada atravesada (saludos).

El Juli, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada trasera y baja (una oreja). En el quinto, cuatro pinchazos y dos descabellos (saludos),

Tomás Rufo, de sangre de toro y oro. Estocada trasera y caída (una oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (saludos).

Gran tarde de Fernando Sánchez con los palos. Saludó en banderillas Alfredo Cervantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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