Antonio Ferrera. Foto: Aplausos

Gastón Ramírez Cuevas.- El otrora tradicional y honorable festejo del Estoque de Oro, cuya recaudación sirve para ayudar a la Asociación Nacional de Matadores, resucitó de manera impresionante. El penúltimo festejo de la temporada fue sin lugar a dudas, un éxito total. ¿Gracias a qué? A que salieron toros interesantes y a que tres toreros alcanzaron triunfos importantes.

Ponce no las tuvo todas consigo. Le tocó en suerte (aunque hay quien dice que para esta corrida nadie sorteó) un bichillo de Julián Hamdan que respondía al espeluznante nombre de “Caudal de Memorias”. El pobre animal estaba tan falto de trapío y de fuerzas que lo devolvieron a los corrales.

El sobrero de La Joya fue una castaño débil que no le sirvió al maestro valenciano ni para una triste poncina. No obstante, hay que admitir que don Enrique estuvo muy voluntarioso, pero todo quedó en dos buenas verónicas y dos excelentes derechazos.

El toro de Ferrera (“Tocayo” de La Joya) fue algo espectacular. Para empezar tenía trapío y peleó en varas con alegría, algo que ya no se ve muy seguido. Y no sólo eso, también tuvo clase, nobleza y fijeza. “Tocayo” tuvo la enorme suerte de toparse con el nuevo Antonio Ferrera, un torero largo en toda la extensión de la palabra.

El coleta peninsular dejó a un lado el toreo exagerado que tanto le ha servido en esta temporada y se concentró en cincelar una obra de arte muy maciza. A base de temple, quietud, variedad y entrega, Ferrera no desperdició una sola embestida del extraordinario cornúpeta, un animal que hubiera puesto de cabeza a dos terceras partes del escalafón.

Las tandas gloriosas de derechazos y naturales surgieron en un palmo. Hubo un cambio del manos por delante de antología, así como pases con la zocata a pies juntos que pusieron a todo el cónclave de pie. No sólo eso, todos los adornos y remates tuvieron mucho sabor y torería. En suma, Ferrera exhibió una claridad mental pasmosa, una madurez envidiable y unos deseos incontenibles de ser el triunfador de la temporada.

Cuando un torero tan menudo templa, aguanta, se arrima y pega muletazos tan largos y profundos, le ocurre lo que al gran maestro César Rincón, crece un palmo. La México era un manicomio y el indulto fue exigido con enorme fuerza y concedido forzosamente. El que esto escribe hubiera preferido que Antonio Ferrera matara como acostumbra -es decir, con mucha verdad y acierto- para cortarle el rabo al de La Joya, pero tampoco puedo decirle a usted, querido lector, que cuando el juez le perdonó la vida al pupilo del señor González Esnaurrízar me rasgué las vestiduras.

Morante anduvo de capa caída, aunque es menester decir que se las tuvo que ver con un mulo gordo y débil de Bernaldo de Quirós, un ganadería de manso muy apreciada por los toreros de ultramar. Esta vez no le vimos a Morante ni siquiera uno de esos detalles que lo han hecho famoso. El Real Betis Balompié debía hacer un esfuerzo extra cuando torea Morante, pues esta visto que la derrota de su equipo influye mucho en el ánimo dominical del sevillano.

José Mauricio salió, como es costumbre en él, a darlo todo. El toro de Xajay fue débil pero tuvo clase y también tuvo enfrente a un torero en estado de gracia. Con el capotillo, el diestro capitalino instrumentó un vistoso quite por caleserinas. Ya con el trapo rojo, José Mauricio lució en los doblones iniciales y un ramillete de elegantísimos naturales.

Aunque al toro le costaba un mundo repetir, José Mauricio estuvo superior a base de aguante, temple y de completar todos los muletazos. La estocada tuvo toda la sinceridad y el valor que requiere la suerte suprema, y la oreja fue indiscutible.

Joselito Adame tampoco iba a dejarse ganar la pelea. El torero de Aguascalientes, lanceó por mandiles muy suaves y dejó al toro en suerte frente al caballo con un recorte magistral rodilla en tierra. Este quinto, un toro de Reyes Huerta nada guapo, soso y nada vigoroso, tuvo la enorme virtud de irse un poquito arriba tanto en banderillas como en la muleta.

Joselito invitó a Ferrera y a Luis David a poner los palos y aquello fue un espectáculo grandioso. Ferrera clavó al más puro estilo de Fernando Sanchez, caminando con garbo hasta provocar la arrancada: Luis David puso un gran par de poder a poder, y su hermano mayor clavó con soltura aunque el par cayó bajo. Los tres diestros fueron ovacionados con fervor.

La faena muleteril de Joselito fue un tratado de lo que es el sitio. Destacaré que el trasteo tuvo momentos muy importantes cuando José toreó con la zocata. Joselito le buscó al astado las cosquillas por todas partes. Y mientras toreaba al derechazo en tablas, el toro le levantó los píes de fea manera. Parecía que le habían pegado una cornada fuerte, pero es probable que todo hay quedado -por fortuna- en un puntazo.

Joselito le echó aún más raza al asunto y siguió toreando al derechazo, ciñéndose mucho y en un palmo. La estocada fue letal y le concedieron dos orejas que fueron protestadas por los clásicos villamelones que confunden al doctor Moreau con el doctor Dolittle.

El sexto, un ungulado de Las Huertas, soso, débil e incierto, no le permitió a Luis David sino lucirse en un quite por zapopinas. Un día le cambiará la suerte.

El aficionado salió de la plaza feliz por haber visto tanta sinceridad torera por parte de Ferrera, José Mauricio y Adame; y haber disfrutado de un toro bravo, poderoso y noble, aunque no dejaba de preguntarse si todo había sido un espejismo.

Domingo 9 de febrero del 2020. Decimoséptima corrida de la temporada de la Plaza de Toros México. Toros: Siete de distintos hierros (hubo un primero bis). El mejor de todos fue el segundo, un toro bravo y noble de La Joya que fue indultado. Se lidiaron en este orden: Julián Hamdan (devuelto por débil); sobrero de La Joya; La Joya; Bernaldo de Quirós; Xajay; Reyes Huerta, y Las Huertas.

Toreros: Enrique Ponce, mató al primero bis de buena entera: al tercio.

Antonio Ferrera: indultó a su toro.

Morante de la Puebla: se deshizo de su enemigo mediante dos pinchazos y una media caída: silencio.

José Mauricio: pasaportó al cuarto de una estocada entera dando el pecho: una oreja.

Joselito Adame: al quinto le propinó una entera en buen sitio: dos orejas con división de opiniones.

Luis David Adame: al que cerró plaza le pasaportó de tres pinchazos: silencio.

Entrada: unas 17,000 personas.

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