Antonio Nazaré recibió el alta médica en la clínica USP Sagrado Corazón de Sevilla después de una nueva revisión del cirujano Octavio Mulet, que fue quien le atendió en la enfermería de la Maestranza y que ha hecho el seguimiento del torero estos días.

En la tarde de ayer le retiraron el drenaje de la cornada que sufre en la pantorrilla derecha y, aunque la zona está bastante hinchada por la herida y los golpes sufridos, el médico aconsejó a Nazaré que fuera apoyando el pie y caminando poco a poco: “Siento un gran dolor al andar porque es una zona delicada, la cornada está en el gemelo y ahí recae todo el peso del cuerpo. Cuando empiezo a caminar siento un pinchazo muy fuerte y después me acostumbro al dolor. Pero la evolución es muy buena”.

El torero lo tiene claro: “Ahora en cuanto me retiren los puntos me pongo en manos de un fisio que me ha tratado una lesión de rodilla y a Madrid voy sin duda. Los médicos me han dado 10 o 12 días de recuperación, pero estaré antes seguro”.

El ánimo del torero ha crecido después de ver que su triunfo en Sevilla ha sido reconocido por los profesionales del toreo y por la prensa especializada. Nazaré cuenta la faena como un pulso entre el hombre y el animal: “Creo que fue importante porque era un toro de cara o cruz. Tenía de bueno que transmitía, que tenía un gran trapío y que todo lo que se le hacía tenía mucha seriedad. El defecto es que no humillaba y no venía metido en la muleta. Era de jugársela y lo tuve claro: me la jugué. Los que saben de esto lo han sabido ver y cantar”. Y Nazaré añade convencido: “Esto me llena más que si le doy 20 pases buenos a un toro extraordinario. Siempre he escuchado que las figuras marcan la diferencia cuando les sirve el toro medio, y ese es mi objetivo”.

En cuanto a la valoración de este triunfo, el diestro de Dos Hermanas explica: “Es un paso más que uno a los del año pasado. Me he propuesto subir una escalera y llegar al final. Esto no es un salto de dos escalones, pero sí de uno y muy importante. No tengo prisa, no quiero acelerar el proceso, así maduro más las cosas y me siento más satisfecho cuando consigo algo”.

En cuanto a la importancia del percance, afirma: “Siempre me acuerdo que al maestro Emilio Muñoz le daba mucha rabia cuando decían lo de cornadita. Una cornada es una cornada y esta está en una zona que aguanta a todo el cuerpo y además muy sensible y dolorosa. Muchas veces tenemos nosotros la culpa de que no se dé importancia a los percances porque nos levantamos, seguimos y después vamos por nuestro pie a la enfermería”.
 

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