El golpe sufrido por la imagen de la Real Maestranza con los acontecimientos del jueves la dejará marcada para siempre. Y fueron precisamente las imágenes las que le hicieron daño al coso sevillano. Es improcedente que tres cuadrillas de toreros se encuentren presionadas por la policía en el centro del ruedo para que lo abandonen. Eso no se puede consentir. La autoridad ha cesado al presidente Antonio Pulido, en claro gesto de ofrecer una cabeza para salvar la de otros. Sin embargo, en la hora de la reflexión, es preciso volver a recordar los hechos y señalar posibles soluciones.

El presidente Antonio Pulido se convenció que era imposible celebrar la corrida cuando salió a la plaza a las seis de la tarde y comenzó a llover de forma intensa. Estaban los operarios arreglando el ruedo y se retiraron. El ruedo estaba impracticable para una corrida de toros normal. En su pensamiento no sólo ocuparon lugar los matadores, sino también las cuadrillas y gente que sale al ruedo, como los monosabios. Curiosamente, cuando se retiraron las cuadrillas y dejó de llover, ya no salió ningún empleado a reparar el ruedo. El primer cartel con el aplazamiento había sido paseado por el callejón.

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