Luis Carlos Peris.Eran núñez, pero cualquier parecido con lo que se criaba en Los Derramaderosera sólo coincidencia. Dicen que el toro va adquiriendo la forma de ser del que los cría y resulta indudable que en Arenales no recibían la misma educación que en casa de los Núñez. Hasta ganaron en trapío y agresividad en sus semblantes, sobre todo por la agudeza de sus pitones, astifinos como para quitarle el sueño a su matador. Lo cierto es que los toreros fueron dando de lado al hierro del Conde la Maza, por lo que dos generaciones después ha dicho basta el propietario. Y con esta ganadería se va otra ración de casta por el sumidero de la desilusión. Como pasó con El Toruño ocurre con Arenales, que se cierra para el mundo del toro. Dos cortijos con historia que ya son historia muerta de un universo taurino que va dejándose con frecuencia demasiados jirones de su existencia.

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