Gastón Ramírez Cuevas.- Novillos: Cuatro de De Haro, muy bien presentados. El segundo fue bravo de verdad y ovacionado en el arrastre. Primero y tercero fueron aplaudidos de salida.
Novilleros: Xavier Gallardo, mató de dos pinchazos, entera que no bastó y hasta cuatro descabellos, salió al tercio después de dos avisos.
Adrián Padilla, tres pinchazos y entera trasera: silencio.
Juan Manuel Noreña, despachó a su novillo de tres pinchazos: vuelta al ruedo.
Paco Velásquez, dos pinchazos y tres cuartos: vuelta al ruedo.

Sábado 8 de octubre del 2011
Sexta novillada de la temporada de la Plaza de toros Antonio Velázquez del restaurante Arroyo.

Los novillos de don Antonio de Haro González no se prestaron mucho al lucimiento, con excepción del segundo de la tarde. Este cornúpeta, de nombre “Pariente”, fue verdaderamente interesante. Primero, pareció que iba a defenderse y a dar muestras de su listeza, pero embistió a la muleta con alegría, bravura y nobleza.

Adrián Padilla le recibió con verónicas de mal corte y después, ya con el trapo rojo, fuimos testigos de cómo se le atragantó la casta buena del de De Haro. El animal empujaba y repetía que era un contento, comiéndose el engaño, pero Padilla ni paró, ni templó, ni mandó. No obstante, “Pariente” logró robarle algunos muletazos al novillero: ¡Ah, qué pillo novillo!

Quizá lo más triste para el ganadero y para el público, fue ver cómo el espada requirió de la ayuda, marrullería y vigilancia de los peones para quitarse de enfrente al bicho. Amigo Padilla, hay que plantearse seriamente el seguir en esto.

Antes de ese segundo astado, había saltado al ruedo un novillo tlaxcalteca con un nombre muy torero y memorable. Se llamó: “FUERZAPADILLA” y la gente aplaudió emocionada al monosabio que presentó la pizarra.

Xavier Gallardo le recibió con buenos lances a la verónica, luego quitó por chicuelinas antiguas y tafalleras, y al rematar fue cogido sin consecuencias. El cárdeno de tan hermosa estampa fue muy mal picado y se quedó cortó para los restos. Gallardo se arrimó con raza y demostró sus avances en cuanto al oficio muleteril. El público le coreó los naturales en tablas, largos y de exposición. En lo que no ha progresado nada es en el manejo de la toledana y así es muy difícil descollar en esta profesión. Bueno, al joven de Hidalgo le queda la opción de irse a las incruentas (¿?) de Ecuador.

El novillero más interesante de la terna fue sin duda el colombiano Juan Manuel Noreña. Le tocó vérselas con un novillo muy cuajado que no tuvo ni gas ni ganas de embestir con claridad. Noreña toreó bien con el capote. Recibió al morlaco con un buen farol de hinojos y luego veroniqueó con elegancia. Vino después un ceñido quite por tafalleras y la gente pensó que vería la faena de cante grande. No fue así, desgraciadamente, pues el novillo fue a la postre reservón y con guasa.

Sin embargo, el coleta de Manizales se entregó en una faena de mucho aguante y gran quietud. Aquí, contrariamente a lo ocurrido en el segundo novillo, el que le robó muletazos al cuadrúpedo fue el arrojado novillero. Si llega a matar con eficacia, de seguro se lleva una oreja en la espuerta, pero está visto que aquí todos los de luces cumplen con el quinto mandamiento, y eso no lo agradecen los toros.

Otra grata sorpresa fue la actuación del portugués Paco Velásquez. Este novillero de Santarem tiene una fácil elegancia y bastante bien aprendido el oficio. Fue una lástima que su novillo, con trapío de toro de La México (444 kilos decía la pizarra, pero recuerde que en Arroyo a veces restan en vez de añadir), se parara casi inmediatamente después del puyazo. Velásquez lo intentó todo con muy buen gusto y valor sereno: alternó cites, distancias y colocaciones, pero el morito no humilló y casi ni se movió. Nuevamente, el respetable esperaba el estoconazo a ley para sacar el pañuelo, pero ya imagina usted lo que pasó.

En el programa de mano venía citada una gran frase de Luis Miguel Dominguín, extraída del libro de don Andrés Luque Gago, Recuerdos de un Torero: “Todos los toros tienen su lidia, aunque no todos tienen una faena bonita.” Tres novilleros, Gallardo, Noreña y Velásquez, hicieron honor al adagio, del otro, mejor ni hablar.

Foto: Emilio Mendez

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