Gastón Ramírez Cuevas.- Sábado 26 de octubre del 2013. Plaza de toros Antonio Velázquez del restaurante Arroyo. Festejo de triunfadores (aspirantes a novilleros menores de 17 años) y concurso de ganaderías. Erales: Dos de Huichapan, lidiados en primero y cuarto lugar. De impecable trapío. Complicados. El cuarto fue ovacionado de salida. Dos de Jorge de Haro, lidiados en segundo y tercer lugar. De hermosa estampa el segundo, que fue ovacionado al salir de toriles. Y el tercero, de nombre “Conocedor” fue indultado por noble y bravo. Todos los astados fueron aplaudidos en el arrastre.

Toreros: Ángel Escobedo, mató de buena entera algo tendida: petición y vuelta.
Héctor Gabriel, estocada entera que provocó abundante derrame: oreja.
Mariano Sescosse, indultó al fantástico “Conocedor” de Jorge de Haro. Dio dos vueltas al ruedo, una en compañía del ganadero, y al final de la novillada salió a hombros. Inexplicablemente, el juez de plaza no concedió ningún trofeo simbólico.
Joel Arturo Delgado, estoconazo: oreja.

El público que asistió al último festejo de la temporada en Arroyo presenció algo memorable. Es sabido que en la Antonio Velázquez siempre ocurren cosas interesantes y que todo se lleva a cabo con verdad y seriedad, y aun así nos sorprendieron la catadura de los toros de Huichapan y la bravura de uno de los cornúpetas de Jorge de Haro. Si a lo anterior le agregamos a cuatro muchachos con hambre y dotes toreras, el resultado es uno de los mejores espectáculos taurinos que pueden verse hoy en día aquí y allá.

Lástima que ya ni este coso se llena. Bueno, los milagros se disfrutan más en petit comité. Aunque le aseguro a usted que cuando alguno de los alternantes sea figura del toreo, decenas de miles de personas afirmarán haber asistido a este concurso de ganaderías en el feudo de los señores Arroyo.

El primer eral, que era realmente un novillo de mucha presencia, le correspondió a Ángel Escobedo. El bicho fue complicadísimo y muy listillo. Escobedo invitó a Héctor Gabriel y a Delgado a poner los palos. Ángel cerró el tercio y clavó el mejor de los tres pares aguantando y asomándose al balcón.

Con la muleta la cosa estuvo en chino, pues el pupilo de don Adolfo Lugo Verduzco no tenía un pase y desarrolló mucho sentido. El muchacho zacatecano no se amilanó nunca y le robó unos buenos naturales y derechazos. Al tratar de ligar y quedarse quieto sufrió un topetazo y un par de volteretas muy aparatosas. Con una buena paliza a cuestas, Escobedo cobró una estocada meritoria que provocó la petición de oreja, misma que no fue concedida debido a la mala labor del puntillero, quien levantó al toro. Todo quedó en un calurosa vuelta al ruedo.

Héctor Gabriel volvió por sus fueros en esta su cuarta actuación dentro del serial. El toro fue un cárdeno bonito de verdad. Delgado y Héctor rivalizaron en sendos quites por chicuelinas modernas. Volvieron los tres novilleros a poner los palos y Escobedo repitió lo hecho en el primer toro, clavando el par de mayor mérito.

El de Jorge de Haro dio veinte o treinta embestidas buenas y luego se desinfló. El torero poblano se lució en los naturales, los cambios de mano por delante y los de pecho. Abrochó el trasteo con temerarias joselillinas y manoletinas, tragando como los buenos y más firme que un poste. Se tiró a matar con la fe que le caracteriza y cortó una oreja indiscutible.

Salió el tercero, quizá el de menor trapío. Pero desde que Mariano Sescosse le pegó los primeros lances demostró gran clase y alegría. Se arrancó al caballo desde lejos, galopando y dándole oportunidad al picador para lucirse y demostrar que los concursos de ganaderías son algo necesario y espectacular. Recibió las dos puyas de rigor y a instancias del empresario Pepe Arroyo, se le volvió a colocar en suerte para una tercera vara. El toro y el picador fueron largamente ovacionados.

A continuación vimos el milagro del toro bravo y noble en manos de un torero fino y decidido. “Conocedor” es el tipo de toro que puede poner en evidencia a más de uno, pues jamás dejó de embestir ni de humillar. Pero ahí estaba el joven de Zacatecas, quien posee el don del temple. Colocado en la distancia perfecta, Mariano corrió la mano en espléndidos derechazos y naturales ayudados, todos ellos largos y perfectos. Los molinetes, pases de pecho, desdenes y muletazos de la firma provocaron la locura en los tendidos. La gente sacó los pañuelos blancos y el toro fue indultado.

Los ganaderos de bravo en su palco se felicitaban efusivamente, pues ambos son un ejemplo de pundonor y señorío. Jorge de Haro bajó con sus nietos a dar la vuelta al ruedo invitados por Sescosse. Le aseguro que aunque yo nunca he sido partidario de los indultos, esta vez no pude menos que alegrarme de verdad. Esta es la Fiesta que todos queremos, no lo que nos vemos obligados a presenciar en casi todos los festejos mayores. Lógico, pues muchas figuras hacen hasta lo imposible por no torear ni lo de los hermanos de Haro ni lo de Huichapan.

El que cerró plaza fue un toro con toda la barba y se comportó como tal, poniendo a prueba los recursos y el valor de Joel Arturo Delgado. El burel cumplió bien en varas y fue banderilleado con enorme decisión por Héctor, Ángel y Joel. A base de ganarle el paso al novillo, de salirle adelante y de embarcarlo, Delgado lució en tandas por el pitón derecho y en los forzados de pecho. Sin embargo, el de Huichapan no se entregó jamás, volviéndose cada vez más arisco.

El coleta guanajuatense se perfiló para luego volcarse sobre el morrillo y cobrar una estocada de libro. A su espuerta fue a dar una oreja ganada a ley, la última de esta vigésimo tercera temporada de toros en la plaza Antonio Velázquez.  Al terminar el triunfal concurso de ganaderías, estaba platicando con el popular fotógrafo Mayito. Le dije con sorna: “Igualito que lo que nos espera mañana en La México ¿verdad?” Mayito me contestó: “Bueno , si hablas de la presencia del ganado ¡sí!”

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