Juan Pedro Domecq Solís, nacido en Sevilla el 10 de abril de 1942, ingeniero agrónomo, criador de reses bravas y empresario, ha sido uno de los personajes más inquietos, creativos e influyentes del panorama taurino reciente. Desde que se hiciera cargo de una parte de la ganadería de su padre en 1978, su actividad profesional se ha desarrollado, fundamentalmente, en tres aspectos distintos y complementarios: la actividad ganadera, la actividad pública profesional y la actividad empresarial privada.

Hijo del fundador del encaste “juampedro”, sobrino de Álvaro Domecq y Diez, su vida ha estado siempre ligada al campo, el toro y el caballo. Desde la citada fecha de 1978, cuando tomó las riendas de la ganadería, la trayectoria de Juan Pedro ha sido fiel a unos principios, muchas veces controvertidos, pero que sirvieron para definir un tipo de res brava que ha perdurado hasta nuestros días.

Juan Pedro consolidó la ganadería familiar hasta situarla entre las primeras por el número de reses lidiadas y por los requerimientos de los toreros. El toro de Juan Pedro fue un toro armónico, bajo de agujas, nada destartalado, con capacidad para humillar y que luchan hasta el final de la lidia. Ese toro fue el toro ideal y defendido por Juan Pedro, lo que no quiere decir que siempre lo lograra. Su famosa expresión del toro artista fue un arma arrojadiza que se utilizó en su contra cando las cosas salían al revés. De lo que no hay dudas es que el tipo de toro que creó fue el preferido por la mayoría de los ganaderos actuales, que han formado sus divisas con reses de su procedencia. Si, además, sus hermanos Borja y Fernando son los propietarios de Jandilla y Zalduendo, se puede comprobar como los herederos de Juan Pedro Domecq y Díez han dominada el panorama ganadero hasta conseguir que sus toros sean los proveedores de más del 80% de las reses de cada temporada taurina.

Además de fijar unas características inconfundibles del toro de juampedro, como ganadero empleó muchos años de trabajo, junto a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, para desarrollar un programa informático sobre la selección genética de las reses bravas.

El mundo de Juan Pedro fue mucho más amplio. Fue un aficionado práctico. De hecho, tentó siempre en su finca hasta que una lesión en la columna se lo impidió hace algunos años. Muy aficionado también al caballo, especialmente al acoso y derribo, ganó el campeonato de España de esta especialidad en 1979. El toro y el caballo fueron sus dos grandes pasiones.

Fue presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia durante diez años, entre 1984 y 1994. Desde su presidencia impulsó un cambio en esta organización casi centenaria, líder absoluta del sector, que fue estructurada como una empresa profesional y eficiente. Durante su mandato se creó el Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia.

Ha participado en todo tipo de congresos ganaderos, escribió libros de toros y escribía poesía que sólo leía a sus íntimos. Su reciente libro, “Del toro a la bravura” es un testamento público sobre sus conceptos sobre el toro bravo. Como dato añadido de su preocupación como hombre del toro, fundó uno de los portales taurinos pioneros en la Fiesta.

Su estela como ganadero había sufrido un bajón importante en los últimos años. Fueron muchas corridas bajas de raza y con toros sin fuerzas las que jalonaron una etapa en la que estaba a la búsqueda de la mayor resistencia de sus astados. Había llegado a ser uno de los que primero utilizó el corredor para los toros, el llamado tauródromo, como fuera bautizado el circuito de la finca Lo Álvaro.
 

Juan Pedro Domeca nació en Sevilla el 10 de abril de 1942 y falleció en Higuera de la Sierra (Huelva) el 18 de abril de 2011