Con un tercio de entrada, se lidiaron toros de Hermanos Fraile Mazas, bien presentados, nobles, de escaso juego, a excepción del buen primero. El quinto fue un sobrero de Pallarés, al ser devuelto el segundo y correrse turno, grandón y muy ofensivo, aunque defendiéndose con mal estilo por su escasa fortaleza.
Fabián Barba, que confirmaba alternativa: estocada saliendo volteado (silencio); y bajonazo (división al saludar). Pérez Mota: pinchazo, otro hondo y tres descabellos (silencio tras aviso); y estocada que hace guardia y estocada (silencio), y Miguel Ángel Delgado: estocada desprendida ovación); y metisaca y casi entera atravesada (silencio).
La tarde que puso fin al mes de los encastes minoritarios en Las Ventas no pasará a la historia, ni por el juego de los ‘atanasios’ de Hermanos Fraile Mazas, de los que solo sobresalió el que abrió plaza, ni por la destreza de los toreros, a pesar de algunos pasajes aislados a cargo tanto de Pérez Mota como de Miguel Ángel Delgado.
Fabián Barba confirmó la alternativa con un toro escaso de fortaleza, medido también de raza, berreón, pero que respondió en la muleta cuando el torero acertaba a dejarle puesto el engaño. Ahí precisamente falló el mexicano, con notables intermitencias, falto de mando y confianza para aprovechar las quince o veinte francas embestidas. El cuarto se movió pero sin llegar descolgar, es decir, con la cara natural, a media altura. La faena de Barba, demasiado plana y mecánica, de nuevo careció de historia.
El primero de Pérez Mota evidenció pocas fuerzas de salida, pero apuntó calidad en la muleta. La faena, cimentada en el temple, tuvo fases de mucha finura, lo que unido también al ajuste y la reunión en muy poco espacio entre toro y torero, despertó notable interés en el tendido. Lástima que el condicionante del poco empuje por parte del animal impidiera que aquello llegara a tomar altura.
El sobrero de Pallarés que salió en quinto lugar al haberse corrido turno, lucía dos descomunales pitones astifinos. Pero todo lo que tuvo de presencia le faltó en esencia, sin fuerza alguna y en actitud defensiva, imposible para robarle dos muletazos seguidos. Pérez Mota anduvo decoroso pero sin poder lucir, y, al igual que en su primero, manejó con desacierto los aceros.
Miguel Ángel Delgado sorteó en primer un lugar un toro de descompuestas embestidas, aunque la virtud de la movilidad hizo que transmitiera a los tendidos. Le costó al sevillano cogerle el aire, aunque, al final, acabaría acoplándose sobre todo al natural, y dibujó un par de tandas interesantes en el conjunto de una faena voluntariosa.
El sexto tampoco aportó gran cosa. Se movió, pero navegó entre la sosería y la falta de clase, hasta que se agotó definitivamente. Delgado estuvo otra vez afanoso, se jugó el tipo en la apertura de faena, pero el grueso de la misma apenas tuvo consistencia.