Clara López Baena.- En un lugar de Sevilla, cuyo nombre bien recuerdo, asistí al gran espectáculo que nos dieron las cinco figuras en primavera, ¿o tal vez el espectáculo fue en invierno? Posiblemente… y fuera del ruedo. Aún puedo añorar el Domingo de Resurrección, la gran faena que nos brindó Julián López, porque Morante casi no me había acomodado cuando al primer toro había estocado. También asistí una tarde a la coronación de un príncipe ¿o fue a un destronamiento? Lo que sí es seguro que no fue una gran tarde, porque apenas la recuerdo. Hubo otro día que deseando ver una buena faena, todas mis esperanzas deposité en Morante, devolviéndome éste solamente pena. Pues, después de un gran silencio…dos gloriosas verónicas primero, continuadas de dos chicuelinas bailadas, seguidas de tres verónicas con toda su magia…y no hubo más. Sólo quedó el acostumbrado amago de lo que pudo haber sido y no fue. Una vez más volvió a hundirse en su detestable flojedad.
La tarde que más entretenida recuerdo fue la de Perera, él si que me amenizó la tarde, ¡ah no, perdón! Quién me la hizo agradable fue el señor Pedrera, que se sienta a mi izquierda. Mientras en el ruedo Perera daba un recital de incompetencia, un carrusel de muletazos desdibujados con una actitud cansina y aburrida, (la menos indicada para posteriormente lanzar exigencias), me contaba este buen señor, que había escuchado hace varios años que Perera había caído de un cartel de la plaza de Bilbao, y a faltas de cuadrillas aquel día, Ponce y Fandiño, ofrecieron las suyas porque la de Perera se marchó a ninguna parte. ¡Siempre funcionó la solidaridad profesional! ¡Tomen nota señores, que la vida da muchas vueltas!
Y después de tanto y tanto recordar, quien emocionó a todos mis sentidos en la Maestranza, fue Manuel Escribano con los Miuras.
¿Por qué hay que montar entonces este mare magnum de sarcásticas críticas por quienes están luchando realmente por garantizarnos el espectáculo este año dentro del ruedo?
Porque fuera continua el espectáculo de «las figuras», dando clases cívicas de solidaridad, ¿o cínicas?, enseñándonos de que las palabras «nunca más», ahora tienen fecha de caducidad de un año. ..Y sobre todo, por la decisión de guardar luto, por sentimientos. Pues aquellos supuestos atropellos económicos e infinidad de intereses, ahora se han transformado en sentimientos…
Y pensar que las voces distorsionadas por un par de altavoces en el Paseo Colón eran quienes estaban destruyendo nuestra Fiesta Nacional…¡Qué paradoja! …Vale.