
La tarde que más entretenida recuerdo fue la de Perera, él si que me amenizó la tarde, ¡ah no, perdón! Quién me la hizo agradable fue el señor Pedrera, que se sienta a mi izquierda. Mientras en el ruedo Perera daba un recital de incompetencia, un carrusel de muletazos desdibujados con una actitud cansina y aburrida, (la menos indicada para posteriormente lanzar exigencias), me contaba este buen señor, que había escuchado hace varios años que Perera había caído de un cartel de la plaza de Bilbao, y a faltas de cuadrillas aquel día, Ponce y Fandiño, ofrecieron las suyas porque la de Perera se marchó a ninguna parte. ¡Siempre funcionó la solidaridad profesional! ¡Tomen nota señores, que la vida da muchas vueltas!
Y después de tanto y tanto recordar, quien emocionó a todos mis sentidos en la Maestranza, fue Manuel Escribano con los Miuras.
¿Por qué hay que montar entonces este mare magnum de sarcásticas críticas por quienes están luchando realmente por garantizarnos el espectáculo este año dentro del ruedo?
Porque fuera continua el espectáculo de «las figuras», dando clases cívicas de solidaridad, ¿o cínicas?, enseñándonos de que las palabras «nunca más», ahora tienen fecha de caducidad de un año. ..Y sobre todo, por la decisión de guardar luto, por sentimientos. Pues aquellos supuestos atropellos económicos e infinidad de intereses, ahora se han transformado en sentimientos…
Y pensar que las voces distorsionadas por un par de altavoces en el Paseo Colón eran quienes estaban destruyendo nuestra Fiesta Nacional…¡Qué paradoja! …Vale.