Carlos Crivell.– La plaza tenía un aspecto desolador. Solo estaba ocupado el tendido de la propiedad. Córdoba ha claudicado. La llegada de Finito, Morante y El Juli será el termómetro definitivo de la situación en Los Califas.

La ganadería de Virgen María está formada con toros de Jandilla y Victoriano del Río; la de Santa Ana, con reses del Marqués de Domecq. La corrida salvó la presentación, sin tirar cohetes, y no salvó el juego, pobre y desangelado. Toros dóciles, justos de fuerzas y que soportaron lidias largas. Todos acabaron afligidos al final como signo de poca raza.

Antonio Ferrera era novedad porque volvía a los ruedos tras su accidente. En ningún momento acusó la incidencia. Fue el torero de siempre. Alegró la tarde con el capote, bien en los lances a la verónica, bien en sus quites improvisados por chicuelinas o gaoneras al paso. El primero fue un toro flojo que no repitió. La faena fue larga e intermitente en cuanto al lucimiento. Mejor con el cuarto, un toro mansito al que fue consintiendo con la muleta, un conjunto ‘in crescendo’, que acabó con muletazos de buena factura, todo con ese acento del gesto tan pronunciado en esta etapa de su dilatada carrera.

Emilio de Justo se esforzó para conseguir algún lucimiento con el atascado segundo, tan bonito como perezoso para meter la cara. Faena limpia sin ligazón. El quinto fue otro toro sin maldad, pero también muy soso. De Justo se colocó muy bien y ligó muletazos por ambos pitones. Tiró de un astado remiso. Metía la cara al paso el animal y el torero extremeño aguantó y mandó en su embestida. Se quedó sin premio porque un pinchazo precedió a la estocada.

Ginés Marín salió a por todas. Como si la necesidad de triunfo fuera obligatoria en este momento de su trayectoria. Saludó con buenos lances al tercero, se puso de rodillas para comenzar la faena por derechazos y siempre se ofreció con ganas en la faena a ese tercero, toro de Santa Ana, bajo y recortado, pero con más fuelle que sus hermanos. Prolongó la faena por ambos pitones en las que hubo de todo. Lo mejor, los naturales de una tanda ya al final. Menos logrados los derechazos, más precipitados, como una arrucina que se quedó a medias. La oreja cayó con la estocada tras la alegría del tendido con las bernadinas.
Volvió a salir a por todas en el sexto, toro de gran presencia. Lo saludó con una larga cambiada de rodillas como detalle. El animal se derrumbó al comienzo de la faena. No quería levantarse. No valía un duro. Cara alta y caídas continuadas. Marín, como si tal cosa, se empeñó en torear. Algunos naturales tuvieron buen sabor. Todo se desvaneció cuando el animalito se echó sobre el albero.

Plaza de toros de Córdoba, 30 de mayo de 2019. 1ª de Feria. Menos de un cuarto de plaza. Cinco toros de Virgen María y uno, 3º, de Santa Ana, correctos de presentación y de juego desigual. Blando y noble, el 1º; parado, el 2º; de buen juego, el 3º; mansito y reservón, el 4º; descastado, el 5º; flojo y sin calidad, el 6º. Saludaron en banderillas Fini y Manuel Izquierdo.
Antonio Ferrera, de grana y oro. Estocada caída (vuelta al ruedo). En el cuarto, estocada casi entera (una oreja tras un aviso).
Emilio de Justo, de rioja y oro. Estocada caída (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).
Ginés Marín, de sangre de toro y oro. Estocada (una oreja). En el sexto, estocada caída y descabello (palmas).

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