Emocionante encierro de Victorino Martín en la segunda de la Feria de Nuestra Señora de la Salud en Córdoba. Dos toros excelentes, primero y segundo; todos encastados, con un sexto impresionante de hechuras y con los problemas de su casta, pero que se podía torear. Un corridón de toros y Moreno con dos orejas como triunfador.

Victorino Martín / Pepín Liria, José Luis Moreno y Antonio Ferrera

Ganadería: seis toros de Victorino Martín, bien presentados, encastados y de juego variado. Muy buenos primero y segundo, con mención especial para el que abrió plaza. Más complicados los restantes, aunque quinto y sexto fueron muy encastados.

Pepín Liria: media estocada tendida (una oreja) y pinchazo, media y dos descabellos (saludos).
José Luis Moreno: pinchazo y media atravesada (una oreja) y estocada (una oreja).
Antonio Ferrera: pinchazo, estocada trasera y descabello (saludos) y dos pinchazos y estocada caída (saludos).

Plaza de Córdoba, 2ª de Feria. Media plaza. Buena labor de Rafael Figuerola, Félix Rodríguez, que saludó, y Juan Carlos Tirado. Moreno salió a hombros.

Carlos Crivell.- Córdoba

Victorino Martín abrió la feria cordobesa con una corrida de toros en toda la extensión de la palabra. Seis toros bien presentados y con casta como denominador común. Nuevamente se comprobó que cuando hay toros en la plaza el público está absorto en lo que ocurre en el ruedo, nadie come pipas y se valora de forma especial la actuación de los toreros.

Entre los seis toros de Victorino, todos en la presentación típica de la casa, destacó el primero, un toro sensacional por su bravura en el caballo y por la forma de embestir humillado a los engaños. Fue un toro cumbre que, posiblemente, por el detalle e abrir la corrida se quedó sin el premio que mereció: la vuelta al ruedo. En estos casos, los presidentes deben saber calibrar estos detalles.

Ese primer toro embistió de forma maravillosa con el hocico por el albero, lo que pudo permitir que Pepín Liria hiciera una faena con buenos detalles, aunque lamentablemente por debajo de la condición del astado. A estas alturas de su trayectoria es algo miserable restar méritos al murciano, pero la realidad es que su labor pecó de algo acelerada, aunque es verdad que algunas tandas de naturales corriendo bien la mano fueron de excelente factura.

Pepín se encontró con cuarto lugar con un toro diferente. Ese victorino tenía otra embestida y otras ideas. Se revolvió con velocidad siempre y ahora surgió el torero cercano a la épica que tantas veces ha resuelto papeletas complicadas en su larga trayectoria. Esta faena pecó de citar muy al hilo del pitón, pero fue una gallarda pelea en la que el diestro buscó rematar su tarde para triunfar por todo lo alto en su despedida cordobesa. Lo impidió el acero.

Tiene mucho mérito que José Luis Moreno actuara por primera vez en la temporada y precisamente ante una de Victorino. Se llevó un buen toro, como fue el segundo, que si bien comenzó con algunas reservas acabó embistiendo largo y con ritmo. Buena parte de esa mejoría hay que ponerla en el lado positivo de Moreno, que lo enceló con acierto y lo llevó muy tapado y templado. Las tandas finales con la izquierda ya mostraron un toro muy bueno y un torero sereno e inspirado. Los adornos fueron el punto definitivo para que cortara una meritoria oreja.

El quinto fue un toro demasiado exigente para quien actúa poco vestido de luces. El de Victorino se retranqueó antes de atacar y fue muy difícil ligar los pases. Fue, por tanto, una faena de pases individuales con muchas ganas, un enorme derroche de voluntad y algunos momentos de torero de buen calado. Se llevó la segunda oreja de la tarde porque lo mató de forma espléndida.

Antonio Ferrera se llevó el lote complicado de la corrida. No escatimó nada para alcanzar un triunfo que se llevó el mal uso de la espada. Lanceó con apreturas a sus dos astados; puso banderillas con valor, imaginación y espectacularidad, aunque es probable que ese salto posterior al encuentro sea muy gesticular y exagerado. La faena de muleta al tercero fue habilidosa para robar pases a un toro con la cara alta. Toda su labor se asentó en la diestra.

El sexto fue un toro espectacular de presencia y comportamiento. No fue un toro noble; fue un toro en la mejor extensión de la palabra. Ferrera se equivocó al plantear su faena por el pitón izquierdo, cuando parecía mejor por el derecho. El toro pedía guerra, a veces embestía humillado y otras ponía los pitones en las alturas. No permitía ni un descuido, Y Ferrera estuvo hecho un torero valiente y resolutivo. Se ganó a la plaza con sus recursos para sacar pases donde parecía imposible. Tenía el trofeo en la mano y se arrugó en la suerte suprema.

La realidad es que fue una corrida para aficionados y de las que hacen afición. La plaza cordobesa apenas se cubrió en su mitad. Es curioso, pero en muchas ciudades piden corridas con toros encastados, pero cuando se llevan la gente no llena las plazas. Pues quienes no fueron se lo perdieron, porque estas corridas hay que verlas en la plaza. Una de Victorino para toreros machos. Una delicia.

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