Un toro de La Quinta, el quinto, y el poderío de El Juli salvaron al corrida de la Feria de Córdoba. Los restantes toros, sin clase, flojos y de mal juego. Finito, a la expectativa; Perera, estrelaldo.

La Quinta / Finito, El Juli y Perera

Plaza de Córdoba, 5ª de Feria. Más de media plaza. Seis toros de La Quinta, justos de presencia, muy bajos de casta y de escaso juego en general. Mejores segundo y quinto, sobre todo este último, que fue bravo en todos los tercios.
Finto de Córdoba, de nazareno y oro, estocada atravesada (saludos). En el cuarto, pinchazo y estocada caída (saludos).
El Juli, de turquesa y oro, estocada (una oreja). En el quinto, estocada (dos orejas). Salió por la Puerta de Los Califas.
Miguel Ángel Perera, de grana y oro, estocada atravesada que asoma y descabello (silencio). En el sexto, estocada caída y trasera y dos descabellos (silencio).

Carlos Crivell.- Córdoba

Foto: Enrique Elías

La muy esperada corrida de La Quinta no dio el juego esperado en Córdoba. Es de lo poco que va quedando del encaste de Santa Coloma, pero esta corrida de Córdoba ha sido un fiasco por la falta de casta de la mayoría de las reses, cuando lo que se podría esperar es lo contrario.

Se puede pasar que la corrida haya estado en el límite mínimo de presentación, así es este encaste, pero esa falta aparente de trapío sólo se puede compensar con un toro con movilidad encastada, que estuvo ausente, salvando el lote de El Juli, que llegó a la muleta con más pujanza y recorrido. El buen juego del quinto, toro bravo y con clase, no puede servir para tapar las carencias de un encierro muy bajo de todo, más que nada de fuerzas. El encierro tuvo nobleza, pero si es como la del tercero o el cuarto, muy flojos y con la cara alta sin perseguir los engaños, esa bondad no proporciona ninguna emoción.

Suele ocurrir que a los toreros en forma les embisten más toros. Así le ha pasado a El Juli, que sorteó los dos de mayor calidad y codicia. La faena al segundo de la tarde fue desigual, muy mecánica y rápida al principio, para serenarse y templarse al final. El Juli hizo una faena de largo metraje, pero ese final más ligado y sentido fue suficiente para que cortara la oreja.

El quinto fue el toro de la corrida. Bravo en el caballo, donde llegó a derribar y puso a prueba a Bonijol, el dueño de al cuadra, el toro embistió con alegría a la muleta de un torero seguro, confiado y pletórico dentro de su estilo torero. Las tandas se sucedieron con el temple por bandera y la ligazón a tope. El toro fue una máquina de embestir para un matador con una seguridad apabullante. La estocada fue rotunda y las dos orejas normales en una feria en la que ha habido generosidad por parte del público y el palco, El toro ‘Betunero’ había salvado el honor de la divisa.

El público cordobés recibió y despidió a Finito con mucho cariño. No es para menos. Finito cumple veinte años de alternativa, que es una vida entera. Lo sacaron a saludar tras el paseíllo y lo compartió con sus compañeros. Salió el toro y Finito no tuvo ninguna suerte. El que abrió plaza era un inválido que el palco no se atrevió a devolver. Finito muleteó sin posibilidades, aunque apuntó su empaque torero.

El cuarto fue otro animal descastado y de embestidas simple sin calidad. Finito le dio pases sueltos, pero ahora se puso en evidencia que el torero anda en momentos bajos, sobre todo porque hay una gran desconfianza que le impide atornillar las zapatillas en el ruedo. Cuando finalizó su labor, el respetable le ovacionó. A estas alturas nunca se sabe si alguna de estas no será la última de un torero con tanta clase y con veinte años de matador.

Perera tropezó con un toro medio muerto en primer lugar. El de La Quinta pasaba por allí con la cara alta sin mirar ni a Perera ni a la muleta. No cabe mayor falta de casta en una res brava. Puso de manifiesto que el extremeño anda algo confuso a la hora de la suerte suprema. El estoque salió por el costado.

Con la salida del sexto, la corrida de La Quinta retomó la senda de la falta de raza y de fuerzas. El animal tomó la muleta sin ganas aunque con nobleza exquisita. Es un tipo de toro que no emociona. Perera lo intentó por ambos pitones en tandas en las que no pudo bajar la mano. Para colmo, el astado desarrolló algún problema al ver al espada y ponerlo en situaciones comprometidas. Al final, un toro a su aire y Perera compuesto y sin triunfo.