La emoción del torero
Cuando el presidente concedió las dos orejas del tercero, Manuel Jesús “El Cid” rompió a llorar y se abrazó con los miembros de su cuadrilla habitual. Fueron lágrimas de emoción porque suponían el empujón final a su encerrona en Sevilla. Especialmente intenso fue el abrazo con su mozo de espadas. El Cid agarró las orejas en la mano con firmeza y le hizo un gesto a Quina, el alguacilillo, en el sentido que quería cortar la cabeza del toro.
Los brindis
El primero de la tarde se lo brindó al público. No hubo brindis en el segundo y tercero. El cuarto se lo dedicó a su padre, que ocupaba un lugar preferente en un burladero de la empresa. El quinto fue de nuevo a la plaza. El sexto no se lo dedicó a nadie. También tuvo el bonito detalle de permitir que el sobresaliente, David Saleri, hiciera un quite en el sexto. No fue un quite brillante, pero Saleri pudo ponerse delante de un toro de Victorino.
Buenas cuadrillas
La cuadrilla que acompaña a Manuel Jesús habitualmente estuvo a cargo de la lidia de los toros tercero y sexto, precisamente lo de Victorino Martín. En el tercero saludó Alcalareño y El Boni lo hizo en el sexto. Las dos cuadrillas que completaron el festejo fueron de toreros excelentes, como Pedro Calvo, Vicente Yesteras y ese tercero sensacional que se llama Domingo Navarro, que hizo quites providenciales porque siempre está bien situado.
Expectación en la plaza
No se perdieron la corrida muchos aficionados llegados de puntos lejanos a Sevilla. También hubo famosos en el callejón y en tendido. Los periodistas Carlos Herrera y Cristóbal Cervantes preenviaron la corrida en el callejón. También estaban por allí el abogado Joaquín Moeckel, junto al apoderado Luis Alvarez, César Cadaval, de Los Morancos. Los ganaderos de la corrida vieron el espectáculo desde distintos puntos. Fernando Domecq y José Luis Pereda, en el callejón. Victorino Martín hijo, en el tendido. Los apoderados del torero, Santi Ellauri y Manolo Tornay, en una barrera del callejón.