José Manuel Haro González.- Lejos quedan ya los meses de Octubre en los que podíamos disfrutar los últimos festejos de la temporada pasada. Y con la primavera, renace una nueva campaña que viene marcada por todo lo que está pasando en “Cataluña y asociados”, pero que ha de ser de crucial importancia para el futuro de la fiesta nacional en nuestro país. Si Francis Wolff daba infinitas razones para acudir a los toros en el pasado pregón sevillano, nosotros intentaremos quitar razones para no ir en este editorial, que aunque parezca lo mismo, verán que no lo es en absoluto.

Nuestra sociedad vive sumida en idas y venidas de modas que marcan el pensamiento y las pautas de actuación de la mayoría de la población que se mueve cual rebaño a las órdenes de un pastor que habitualmente busca el bien propio. En este caso, el progresismo antitaurino es algo que invita a estar orgulloso a todos sus defensores que buscan posicionarse socialmente en un grupo que los acepte. Antitaurinismo hiperbólico con argumentos baldíos que solo faltan al honor de cuantos amamos y respetamos la fiesta. Razones basadas en comparaciones mediocres de lo taurino con el aborto, la eutanasia o incluso la ablación de clítoris. Muchos son los colaboradores habituales de prensa divulgativa que escriben columnas vacías de argumento consistentes en rellenar huecos con palabras que ni siquiera son suyas. Ya está desfasado lo de apoyarse en autores de la literatura que poco o nada tienen que ver con el momento actual que vive la fiesta y con el desarrollo que ha sufrido con el paso de los tiempos. Aunque la libertad de expresión es sinónimo de sociedad democrática, también lo debe ser la calidad de la prensa y ahora más que nunca debemos ser selectivos y cuidadosos con los contenidos que en la misma se publican puesto que su auge e influencia no pueden ser discutidos por nadie.

No crean que por estar geográficamente lejos de Cataluña este no sea un problema que nos ataña directamente. Sería un craso error caer en ello. La falta de sensibilidad así como el desmedido fanatismo y falta de tolerancia mostrada por los que se declaran animalistas nos llegan muy de cerca en nuestra localidad con amenazas e insultos hacia aquellos que cometemos el pecado social de amar la tauromaquia como parte indispensable de nuestra cultura autonómica y nacional. Puedo, y de hecho afirmo, que si existiera una escala de “animalismo” los taurinos estaríamos muy por encima de estos señores por mucho que les cueste entendernos. Los que amamos la tauromaquia, amamos al toro, a su hábitat, y defendemos por encima de todo su vida y su crianza para lo que realmente han sido concebidos. No buscamos el fanatismo, solo abogamos por la lógica aplastante sobre la que nos apoyamos. No insultamos ni faltamos al respeto de aquellos que no piensan como nosotros. Esto es la democracia. Y sobre todo y por encima de muchos factores, no buscamos el anonimato en actos cobardes y reprochables que pueden ser tildados de vandalismo, como son la aparición de pintadas en muchos de nuestros cosos.

Feria de Mayo en Osuna. ¿Qué sería de esta fiesta sin los toros? Sería imposible concebirla de otro modo. Solo cabe esperar a que la empresa esté a la altura de lo esperado, algo que hasta ahora han hecho, y a que los aficionados con su respaldo demuestren que la tauromaquia vive un momento de esplendor, lejos de lo que muchos puedan pensar. “Homo homini lupus”; no nos convirtamos en nuestros propios destructores, hagamos que el enemigo se mantenga alejado de los ruedos. Necesitamos una fiesta más perfecta que nunca. En palabras del crítico Carlos Crivell, “una fiesta perfecta y adecuada se defiende por si sola”. Este debe ser nuestro mayor argumento para acallar bocas. No es fácil, pero es tarea de todos. Dejemos de una vez por todas de verlas venir y pasemos a la acción. No estaría de más que nuestras autoridades tomaran nota de las madrileñas y blindaran nuestra fiesta ante posibles ataques sin miedos electoralistas. Al fin y al cabo, Andalucía es cuna de la Tauromaquia. Ya empezamos a estar cansados de estar mal vistos socialmente, de ver sus pancartas en nuestras plazas, de sus insultos y sus faltas, de sus argumentos baldíos y de sus continuas faltas de respeto. Si nuestro único pecado es adorar la fiesta taurina, permítannos que sigamos pecando. Por todo ello y de una vez por todas se lo ruego, señores: déjennos en paz.

José Manuel Haro es redactor de El Paspute Taurino de Osuna.