Peris223Luis Carlos Peris.- Conociendo como conozco la plaza de toros de Bilbao, lo que significa la corrida desde que allí reinaban Ordóñez, Camino y El Viti, admirador incondicional de cómo se desarrolla el rito de Tauro en el coso de Vista Alegre, en estos días lo paso de cine viendo las Corridas Generales por la tele. A la vez, un sentimiento agridulce. Salvando la forma de vestir del personal, parece que no pasaron los años y que la corrida de Bilbao puede extrapolarse a tiempos muy lejanos, dolorosamente distantes en el túnel del tiempo. Toro con cara y hechuras de toro, pitones impolutos, el mismo ruedo negro de siempre, ése que sale de una mezcla de granito machacado y arena de playa, y el respeto del público al torero. Es como una Maestranza bajo las nubes, pero duele ver que el tiempo sí pasó y que lo hizo dejando sus señas de identidad mediante una concurrencia muy inferior.

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