Luis Carlos PerisPor Luis Carlos Peris


CONSIDERADO el Domingo de Resurrección como telonero en los fastos de la Feria y con la excepción de dos años, 58 y 59, en que Ordóñez doctoró a Rafael Chicuelo y a Juan Mondeño en presencia de Manolo Vázquez, la fecha se disparó al conjuro de Curro Romero. Diodoro lo vio claro tras comprobar cómo el camero, a caballo entre los sesenta y setenta, tenía poder de convocatoria aun en carteles sin tronío. Y el Domingo de Resurrección en Sevilla, junto a la Beneficencia madrileña, pasó a ser la corrida más importante del año, incluso ya retirado Romero. Con la innovación obligada por el veto de las figuras a Sevilla, se produce un punto de inflexión tras romperse una tradición por aquello de que a la fuerza ahorcan. Viendo el panorama no le quedaba otra salida a la empresa que tirar de imaginación, pero es una pena que algo tan arraigado haya muerto.

sevillatoro.es
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