Al final de la pasada temporada en algún lugar se dijo que Daniel Luque rompía con Juan Bautista. No se confirmó esa noticia y, a día de hoy, el torero francés sigue siendo el apoderado del diestro de Gerena. De momento su gestión esta temporada no es muy brillante. En lugar de aconsejar y dirigir la carrera de su torero se dedica a lanzar órdagos sin fundamento que acaban perjudicando a Luque. En Valencia no está anunciado. Lanzó que quería matar los seis de Victorino en Castellón, pero no tenía nada rematado. Dicen que no quería un mano a mano con Borja Jiménez. Y se va a quedar fuera de Castellón.
En plena tormenta con el asunto de Roca Rey, que no quiere torear con Luque, se plantea lo de Resurrección en Sevilla. Ha dicho que si no hay Resurrección no torea en Sevilla. Muy mal hecho. Si Roca Rey no le deja torear en esa señalada fecha, lo que tiene que hacer es hacer valer sus derechos, como uno de los grandes triunfadores de Sevilla y de la temporada, y pedir tres corridas buenas en la Feria y una en San Miguel. Exigir su sitio como el que más y dejar Resurrección para otro momento. Si con esa petición la empresa no le atiende, entonces puede protestar y contarlo a los cuatro vientos. En este asunto la gente ya sabe que si no viene el 31 de marzo a Sevilla es por el veto de Roca Rey. No hay ninguna humillación por no estar anunciado en esa fecha. Que es una injusticia es algo evidente. Pero no pasa nada por una corrida, por muy especial que sea. Un buen apoderado juega sus bazas, aconseja a su torero con inteligencia, pide lo mejor, exige carteles de tronío, aunque no figure en ellos Roca Rey, para que luego el matador triunfe en la plaza. Como no va a triunfar es si se queda en su casa.