Carlos Crivell.- El primer artículo del año se lo dedico a Manuel Jesús El Cid, primero porque hoy celebra su santo, pero también porque me apetece hacer un análisis sobre su temporada pasada y sobre el incierto futuro que le espera en esta vuelta a los ruedos. Como experto en su vida, ahí quedó el libro El Cid, un torero al natural, no acabó de gustarme el anuncio de su vuelta a los ruedos, porque me temía lo que ha pasado, de forma que las empresas lo han apartado y apenas le dieron oportunidades durante el curso del 2023. Una vez consumado el hecho, El Cid ha participado en siete festejos con una tremenda dignidad, que muchas veces ha sido incluso con una notable brillantez. Solo ha pisado las plazas de Sevilla y Madrid entre las de máxima categoría, y lo hizo con la maestría consumada de su larga trayectoria en los ruedos. Ahora se enfrenta a la temporada de 2024 con las mismas incertidumbres. Mientras, El Cid sigue su preparación como si fuera a torear cincuenta corridas, muestra en el campo que su rotunda veteranía se ha asolerado, hasta el punto de que se puede decir sin exageraciones que ahora torear mejor que nunca. Es encomiable su persistencia en la esperanza en el futuro, su dedicación absoluta en los tentaderos, su jovial ilusión ante las oportunidades que puedan presentarse. No sé si merece la pena este esfuerzo cuando las empresas no parecen receptivas a un torero muy bueno que puede lucir ante cualquier tipo de toro. Los tiempos han evolucionado, hay toreros nuevos en la palestra, todo ello va en su contra. Pero cuando se le pregunta, lo que transmite Manuel Jesús es confianza y optimismo. Dice que su ilusión está intacta y que, para torear festivales, mejor se viste de luces porque lo necesita para su moral. Me pregunto si esta vuelta ha cubierto las intenciones que tenía el de Salteras, si le ha merecido la pena, si no ha sido una mancha a una trayectoria fulgurante, porque El Cid tiene una hoja de servicio al alcance de muy pocos toreros. También me planteo cuando se acaba la carrera de un matador, mucho más tras una vuelta después de una retirada y la realidad es que no ha tenido posibilidades de volver a ser El Cid de siempre. Me asombra su entrega actual, por lo cual sería de justicia que tuviera mejores oportunidades en la temporada próxima. A Sevilla debe volver, bien con la de Victorino o bien con la de La Quinta. A partir de ahí, que el toreo le trate con la misma disposición que ahora mismo exhibe el diestro para tener una puesta a punto perfecta. Y que hoy celebre su santo con felicidad.
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Carlos Crivell Charneco
Nacido en Sevilla en el barrio del Arenal, en la calle Pastor y Landero, frente a la Maestranza. Aficionado a los toros desde su infancia gracias al ejemplo paterno, un viejo amante de la fiesta que vio torear a Guerrita. Abonado de la Real Maestranza desde pequeño.