Cayetano apunta el toreo bueno en su debut en Ronda

Los caminos toreros se dirigían de nuevo hasta la romántica Ronda. En los carteles se anunciaba de nuevo Cayetano, ahora a secas y con el Ordóñez en segundo lugar. Era apenas un debut con picadores, pero la confluencia de tantas sangres toreras en Cayetano Rivera, el propio escenario de la plaza de piedra de los toreros machos y su mismo nombre, Cayetano, se confabularon para que una vez más la ciudad del Tajo fuera el destino de muchos aficionados y algunos curiosos.

Era, por tanto, día de ambiente grande en Ronda. Sólo el tiempo desapacible pudo ensombrecer la jornada. Toda la mañana cayó la lluvia de forma pertinaz, pero nadie podía ni siquiera pensar que la corrida pudiera suspenderse. Los argumentos estaban servidos en bandeja y por Ronda se podía saludar a las personas que siempre aparecen en las grandes solemnidades taurinas.

El nuevo torero centraba todas las miradas. Aunque sus acompañantes de cartel eran de fuste, Espartaco y Rivera Ordóñez, en este mes y con este tiempo no se podría haber organizado nunca un festejo en Ronda sin la novedad de Cayetano. Antes de la corrida, y durante la misma, sólo importaba la opinión sobre el menor de los Rivera. El resto parecía puro adorno, aunque nunca puede ser tomado como tal un matador de toros en activo como Francisco Rivera y una gloria del toreo como Espartaco.

El escenario tenía, por consiguiente, una buena dosis de glamour. Ronda se volvía a engalanar con la presencia de numerosos visitantes. Sólo el cielo gris y la ropa para la lluvia desviaban la atención para recordar que no se trataba de una nueva edición de la Goyesca.

Las taquillas lo ponían con claridad: No hay billetes, salvo en casos de que hubiera devoluciones de entradas reservadas. La reventa, a pesar de ello, no hizo acto de presencia con descaro. La corrida estaba anunciada a las cuatro y media y todo el mundo se apañó para comer de la mejor manera posible.

El nuevo torero se sometía a un examen, pero por delante debe quedar constancia de que no se debe hacer un juicio de valor absoluto de un lidiador con una solitaria prueba. Era la primera actuación en público de un muchacho de veintiocho años, lo que puede ser considerado como una virtud y un problema. La precocidad de estos tiempos, ya en asuntos taurinos, ya en cualquier otra manifestación humana, se enfrentaba a una clara vocación tardía. ¿Por qué Cayetano aparece cuando algunos otros ya están cansados de dar muleterazos? ¿Es sólida su afición? Estos detalles pueden plantear algunas dudas, pero la verdad es que a la edad del nuevo torero el tiempo no está para perderlo. Ahí puede radicar la virtud de un espada con una edad superior a la media en la hora de su debut con caballos.

Cayetano exhibió en la corrida de su presentación con caballos detalles de torero que presagian la posibilidad de un lidiador con un futuro claro y despejado. También dejó pruebas sobradas de su inexperiencia en algunos lances de la lidia, en los que se apreció con claridad que aún queda por delante un largo y complicado camino para encontrar la madurez en las formas y en la norma.

Esa natural falta de oficio, que en el argot significa que aún está verde, encierra un maravilloso encanto. Se podría creer que al llamarse Cayetano y debutar con tanto tronío, este torero venía ya sobrado de sitio. Nada de eso. El capote es una asignatura pendiente, los desarmes abundaron igual que las prisas o los propios nervios, el sexto lo cogió de mala manera porque no acertó a quitarse a tiempo; pero en la propia inmadurez se apreciaba un atractivo especial cuando alumbraba la trincherilla, el cambio de mano pleno de empaque, el natural lento y medido y los soberanos y personales pases de pecho.

Con el tercero acumuló detalles de torería buena, más que nada con la muleta. Junto a problemas de colocación, siempre sobresalió una concepción torero de buena clase. Las orejas no cuentan mucho. En este novillo, que fue bravo, dejó media estocada tendida y descabelló dos veces. Fueron orejas generosas.

El sexto era más templado. Cayetano le dio tres largas cambiadas y quedó a merced del astado en la última. Recibió una paliza de la que salió sin lesiones. La faena de muleta fue más maciza, sobre todo en las tandas de naturales de buen trazo, con mención a la forma de coger la muleta por el centro del palillo y unos pases de pecho de sabor añejo. En esta ocasión se atracó de toro y dejó el estoque en el morrillo. En la plaza sonó el nombre de Paquirri; antes se había escuchado hablar de Ordóñez. Le dieron hasta el rabo.

Cayetano se expresó con realismo. El camino es largo, pero entiende el toreo con armonía, quiere transmitir sensaciones buenas en cada pase, está obsesionado con la naturalidad y la lentitud. Esto dicho así podría dar la impresión de que estamos ante un torero hecho y cuajado. No; estas virtudes cantadas en Ronda tuvieron el adorno de su escasa experiencia, de ahí que el resultado final fuera todavía más hermoso. Cayetano sabe hacer las cosas bien, pero ahora es necesario admirar su progresión y cómo se forja un torero poco a poco. Sólo el tiempo debe dictar hasta donde será capaz de llegar.

Fue el principio y final del festejo. La lluvia se había marchado, pero algunas ráfagas de viento frío azotaron la plaza. No era una tarde muy taurina. El encierro de Zalduendo también falló. Fueron buenos los novillos, más bravo el tercero y más templado el sexto.

Espartaco abrió cartel en esta etapa de actuaciones de relieve especial. No sería bueno que abusara de ellas. Tropezó con dos animales descastados y pasó algunos apuros para poder enjaretar dos faenas de mucha voluntad las que apenas llegó el lucimiento. Lo más valioso fue su entrega, demostrada en su capacidad para estar mucho tiempo ante toros sin calidad, citando por los dos pitones, aunque el conjunto no resultó nada lucido.

Rivera Ordóñez le cortó dos orejas al quinto porque se montó encima del astado. No quería el animal contribuir a la Fiesta, pero era el día de la familia y realizó un esfuerzo grande para sobreponerse a su limitada condición física y a unos toros de Zalduendo que no quisieron unirse la Fiesta. El torero estaba lesionado y un fuerte vendaje protegía su tobillo izquierdo. Ni los toros fueron de carril, no el viento se puso de su lado, pero arrolló lo se puso por delante para estar a la altura del día.

Se fueron los hermanos a hombros. El regusto de un novillero con buenas maneras sobrevoló la plaza de piedra. Lo mejor de este debut es que el tiempo por llegar debe ser mejor, que hay ganas de ver su progresión y que todos se preguntaban dónde se le puede ver de nuevo a este Cayetano que ha comenzado a escribir su propia historia en la única plaza posible: Ronda.

UN DIA DE TOROS EN RONDA

No fue una jornada brillante en la plaza de Ronda por culpa de la climatología. En las taquillas no quedaban entradas, aunque a la hora del paseíllo la plaza no estaba totalmente cubierta. La presidencia fue puntual y a las cuatro y media se abrió la puerta de cuadrillas. Espartaco lucía un terno nazareno, Rivera de color rioja y Cayetano llevaba uno celeste. Después de paseíllo hubo tímidas palmas que no lograron la salida al tercio de los matadores.

Los tendidos y el callejón de la plaza estaban llenos de personas vinculadas a la Fiesta. El predominio de profesionales fue la nota más destacada. El ganadero del día vio la corrida junto a Manolo Camará. Entre otros ganaderos, asistieron Pedro Trapote, Jerónimo Astolfi, Alvaro Martínez Conradi, Juan Pedro Domecq y Antonio Tornay. Juntos en el callejón estaban Miguel Báez Litri y Javier Conde. Con sus nervios a cuesta, Curro Vázquez no perdía ni un detalle.
Además, se pudo ver a la duquesa de Alba, a sus hijos Cayetano Martínez de Irujo y Eugenia. Al final, el otro hermano del protagonista se dejó ve: Francisco José Rivera Pantoja asistió a ver el debut de su hermano paterno. En el mismo callejón estuvo Javier Imbroda, entrenador de baloncesto.

Ficha del festejo

Plaza de Ronda, 26 de marzo de 2005.

Cuatro toros de Zalduendo, de poco trapío y descastados, y dos novillos del mismo hierro, bravo el tercero y templado el sexto.

Espartaco: ovación en ambos.
Rivera Ordóñez: saludos y dos orejas.
Cayetano: dos orejas y dos orejas y rabo.

Lleno de no hay billetes. Cayetano debutó con picadores. Salió a hombros por la Puerta Grande con su hermano Rivera Ordóñez.

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