El Cid indulto un gran toro de Buenavista de nombre Importante, de bravura encastada, prontitud, alegría y fijeza. Un gran toro que cayó en las manos de un torero muy recupeado que lo lució y le perdonó la vida. El resto del festejo, poca cosa.
Plaza de toros de El Puerto, 10 de agosto de 2013. Un cuarto de plaza. Seis toros de Buenavista, bien presentados de juego desigual. Bueno por su alegría y prontitud el cuarto, llamado Importante, nº 55, de 495 kilos, fue indultado. Segundo y tercero, broncos y peligrosos. Primero y quinto, sosos y deslucidos. Saludaron en banderillas Alcalareño y Pirri. El Cid salió a hombros.
El Cid, lila y oro, pinchazo y estocada (saludos). En el cuarto, dos orejas y rabo simbólicas.
Jiménez Fortes, grana y oro, tres pinchazos, estocada y descabello (silencio tras aviso). En el quinto, pinchazo hondo, media, pinchazo, estocada contraria enhebrada y descabello (silencio tras aviso).
Ángel Puerta (alternativa), rosa y oro, estocada (una oreja). En el sexto, estocada (saludos tras aviso).
Carlos Crivell.- El Puerto
La corrida, celebrada en medio de un vendaval y una asistencia muy escasa, tuvo en el cuarto la gran noticia del festejo. A un gran toro del hierro de Buenavista le hizo un faenón Manuel Jesús El Cid. El toro fue un dechado de casta, prontitud, fijeza y alegría, pero todas esas virtudes se elevaron a gran altura por la actitud, y el estilo del torero de Salteras, que emergió con grandeza en esta etapa más incierta de su trayectoria taurina.
El toro, de nombre Importante, permitirá ingeniosos titulares a algunos. Fue una máquina de embestir bien. El Cid estuvo brillante en las verónicas del saludo e inspirado en las chicuelinas del quite. Tomó un buen puyazo, largo y con fijeza de manos de Manuel Jesús Espartaco, fue banderilleado de forma excepcional por Alcalareño y Pirri, y llegó a la muleta con una embestida codiciosa, pronta y alegre. Si ahora mismo el animal ha vuelto a la dehesa, buena parte de culpa la tiene El Cid, que se mostró a la altura del toro y de su propia carrera torera. Todos los muletazos tuvieron temple, mando y buen gusto. Fue una faena larga, al principio con mucho toreo sobre al derecha, para ya en las postrimerias cuajarlo con la zurda. Fue una faena grande a un toro soberbio. No era fácil estar a la altura de un animal tan repetidor. El Cid, como en sus mejores tiempos, volvió a ser un torero de cuerpo entero. El toro ayudó al torero, pero si ahora mismo Importante sigue vivo, en buena medida se lo debe a que tropezó con una muleta prodigiosa que lo llevó prendido en sus vuelos para que se ganara la vida.
Tomó la alternativa el joven jerezano Ángel Puerta. El del doctorado fue complicado, tal vez una prueba muy dura para semejante compromiso. Puerta no perdió la cara del toro, lo enceló por ambos pitones con valor y quietud, es verdad que sin poder estar a gusto, pero siempre por encima de las circunstancias. La buena estocada le permitió cortar una oreja meritoria.
El segundo y el tercero fueron malos sin excusas. Ambos desarrollaron mucho peligro por sus oeladas, gañafones y coladas. El Cid solventó el problema con la experiencia de su dilatada carrera, mientras que Jiménez Fortes exhibió valor pero se vio desbordado en algunos momentos. Fue atropellado y en más de una ocasión se vio obligado a taparse.
Al torero malagueño le quedaba el quinto, toro del que se esperaba que siguiera la senda que había abierto el indultado, pero fue como volver al desastre de otro toro de media arrancada, soso y deslucido. Saúl Jiménez Fortes estuvo simplemente afanoso sin más y carente de ideas para resolver la pepeleta. En conjunto, tarde gris y de muy mala espada.
Ya se sabe que en corridas de alternativa el neófito mata el primero y debe esperar hasta el sexto para volver a entrar en escena. El sexto lo arrolló de salida con el capote. Puerta volvió poner voluntad en pases de escaso ajuste. El toro fue bondadoso y el nuevo matador logró asentarse en una labor creciente. El de Buenavista le dejó serenarse, se lo pasó más cerca en una faena bullidora muy bien recibida por el respetable. Mató muy bien y el palco se puso exigente y le impidió salir a hombros con el gran triunfador, Manuel Jesús El Cid.
Foto: José Ferrer