Salió una corrida seria de Buenavista en El Puerto y la fiesta vivió sus dos caras: la gloria de Oliva Soto y la sangre de Arturo Macías cogido en el quinto de forma dramática a matar a su enemigo. 

Plaza de El Puerto de Santa María, 25 de julio de 2010. Seis toros de Buenavista, bien presentados y de juego variado. En general, mansos y con los problemas de la casta. El sexto, bravo. Una corrida interesante y variada. Un tercio de plaza. Saludaron en banderillas Javier Andana y Armando Ramos. Destacó Francisco Quinta a caballo.
Juan José Padilla, de salmón y azabache, estocada (saludos). En el cuarto, estocada corta (palmas).
Arturo Macías, de blanco y plata, tres pinchazos y estocada (saludos tras aviso). En el quinto, estocada resultando cogido (una oreja).
Oliva Soto, de celeste y oro, tres pinchazos (saludos tras aviso). En el sexto, estocada caída (dos orejas).
Parte de Arturo Macías: "Cuadro torácico en distintas partes del cuerpo, precisa anestesia general y se le exploran dos heridas en la cara lateral del hemitórax derecho, que se comunican entre ellas, con un trayecto que atraviesa la pared torácica y le produce un neumotórax. Se le deja un tubo de Neratón en el hemitórax derecho, se le explora por parte del anestesista y se comprueba la reexpansión del pulmón derecho. Pronóstico muy grave. Trasladado en UVI al Hospital de Jerez. Firmado por el Doctor Mendoza".

Carlos Crivell.- El Puerto

Se reunió en la plaza de El Puerto una terna distinta al sota, caballo y rey de tantas tardes. En los corrales, una corrida muy bien presentada de Buenavista, que resultó una corrida para toreros por su casta, aunque también porque no regalaron ni una embestida. Fue de esas corridas que necesita la Fiesta para que haya emoción.

No fue mucha gente al coso, lo que es una prueba evidente de la falta de consistencia de una afición de sólo se moviliza a la llamada de los nombres de siempre. Esto sí que es grave. Es fácil llenar esta plaza con nombres; cuando se anuncian hombres con una corrida de verdad no hay bullas.

El festejo tuvo dos animadores principales: Macías y Oliva Soto. El mexicano pagó con sangre su entrega con una dramática cornada al matar el quinto. El de Camas desorejó al sexto, un gran toro, en una faena plena de arte.

Macías deslumbró en su primero con un quite enorme por gaoneras muy apretado sin mover un músculo. El comienzo de la faena fue clamoroso con dos pases por la espalda. Ya entonces el de Buenavista había mostrado su gran mansedumbre. Una tanda con la derecha fue espectacular porque acertó a coserlo a los vuelos del engaño, todo ello reamatado con un pase cambiado muy emotivo. Ahí se acabó todo, El toro se fue a las tablas y sólo le quedó estar valiente. Con al espada, mal sin paliativos.

El quinto fue menos manso que sus hermanos. Macías hizo una faena valiente, porque el mexicano lo es, pero ahora le faltó algo más de vibración y colocación. El toro metió la cara muchas veces, las mismas que Macías muleteó de forma desigual con algunas tandas de mejor trazo y otras sin temple. Se adornó con bernardinas y algunos de pecho fueron muy hermosos. Se tiró a matar y el toro lo prendió por delante, lo elevó y le tiró varios derrotes. El torero cayó en la arena inerte y en la plaza flotó la impresión de que la cornada era muy fuerte en un costado. La sangre torera cubrió de estupor el bello coso portuense.

Oliva Soto llegó a El Puerto con muchos seguidores a la estela de su buena tarde sevillana. El primero de su lote fue un burraco precioso. El toro tenía raza, pero no era un animal de carril. Pedía firmeza y mando. Oliva lo toreó muy de capa con lances a la verónica de bello trazo. La faena comenzó de manera admirable con doblones de mando. Toreó bien con la derecha, dejando esa nota de buen gusto que adorna al de Camas. Fue una labor intermitente con algunos muletazos de calidad, aunque el toro se rajó al final. De nuevo falló con la espada.

Los lances del saludo al sexto fueron sencillamente maravillosos. Oliva se rompió a la verónica con un gusto exquisito, ganando terreno y jugando los brazos con empaque y donaire. Este sexto fue un toro que embistió codicia y fuelle. Oliva le echó arrestos en las primeras tandas con la derecha, con pases de trazo artístico. No era igual por el lado izquierdo. Volvió a la diestra y de nuevo apareció en buen toro y las maneras de un espada transfigurado que todavía pudo torear al natural en una clara expresión de su progreso. No mató bien, aunque sí pronto, y ahora llegó el triunfo.

Padilla abrió cartel con una tarde dentro de su estilo voluntarioso. El primero tenía problemas por el lado derecho. Por el pitón izquierdo enjaretó pases estimables aunque sin la brillantez precisa. El cuarto fue el de peor condición por manso y rajado. Padilla lo recibió con tres largas, puso banderillas con oficio y anduvo por la cara del animal con solvencia aunque tampoco el animal le permitió mayor lucimiento. 

Fotos: Álvaro Pastor