Alvaro Pastor11Álvaro Pastor Torres.- Ayer la Iglesia Católica honraba la memoria, entre otros, de los santos Ponciano, Albergato, Especiosa, Lánguida o Prisco –que ya son ganas de desgraciar a un niño poniéndole esos nombres-, pero para el calendario civil era el día de Europa, cabo del año en que se conmemora la idea del ministro francés Robert Schuman de integrar en una administración conjunta el carbón y el acero. Quizá por ello Ponce y Castella, uno español, el otro francés, eligieron sendos ternos azulados, con un leve matiz diferenciador entre ambos, como homenaje a la bandera estrellada de la U.E. Joselito Adame, como es extracomunitario, tiró de la gama sanguinolenta –antes de encebollarla- y la conjuntó con el azabache, un terno de “durse”… pero de banderillero.

Cuenta la mitología que Europa era una chica fenicia de buen ver que un día –quién sabe si de mayo- fue raptada por Zeus disfrazado de toro, pues el rey del Olimpo tiraba de Casa Pichardo cada vez que le apretaba la necesidad concupiscente. El veneciano Tiziano Vecellio retrató en sus pinturas al dios travestido como un jabonero cornicorto; Moureau, del mismo tono pero mejor armado; Rembrandt, con pinta de vaca lechera armada en delantero; Boucher, un castaño bociblanco, casi como el último de Victoriano del Río, y tan solo los griegos -que de tauromaquia sabían un rato- en sus cerámicas, y Picasso, que no se quedaba atrás tampoco en afición, lo pintaron en negro, como la mayoría del interesante y variado encierro jugado ayer.

Ponce-Zeus a punto estuvo de raptar, no a Europa sino a Sevilla. Evidentemente no en el primero, un invalido atacado de kilos que la señora presidenta mantuvo a pesar de la evidente mortandad que le hizo echarse en varias ocasiones durante el inexistente trasteo ante el grito generalizado de ¡estafa, estafa! Menos mal que su segundo era otra cosa y tiró de lo que muchos llaman técnica –tiene ya el valenciano muchos trienios en esto- y otros simplemente ratonería. Se metió en el bolsillo al respetable a pesar del pico, las distancias, el pasito atrás, la media altura y unas flexiones gimnásticas que levantaron pasiones. Si llega a matar a la primera sabe Dios la espuerta de orejas que le hubieran dado.

El francés vino en “modo Castella”: faenas previsibles, abuso de los pases por alto, medios muletazos, corte del viaje –su segundo fue un muy buen toro hasta que lo aburrió-, cercanías inquietantes y 44 pases al quinto de diversa índole (muletazos, trapazos, mantazos y banderazos), porque aunque seamos “incultos” sabemos contar.

A Joselito Adame, que se llevó un lote de puerta grande, tuvieron el detalle de no soltarle ningún toro de Cortés, por aquello del conquistador de Nueva España. Ilusionado, con ganas, desestructurado en sus faenas, valiente, caótico, a merced del toro más de lo que es justo y necesario y bastante bajo de nivel con la zurda. La estocada al último, por ahora, de ejecución, es la mejor de la feria.

Y un apunte final luctuoso: el toreo a la verónica ha muerto. Las pocas que se vieron, casi siempre con el pasito atrás y sin “cuchará”. El resto de las suertes de capa entre lo estrafalario y lo inclasificable. Descanse en paz la señora verónica.

A %d blogueros les gusta esto: